The Stalker [priv. Vladimir]

Ella lo había dejado prometido, había hecho una promesa el día que estuvo cara a cara con él. Lo perseguiría sin importar el que, porque estaba segura que ese día sus corazones se habían unido en el interes que tenían el uno por el otro.

Esto no era una cosa de edad, de cultura, de nacionalidad.No, era algo más profundo, y mientras llenaba su habitación con fotos de él, planeaba de forma meticulosa como sería el volver a verlo. Luego de aquel beso de amor. Ndezhda tocó sus labios con los pulpejos de los dedos al recordar el tacto frio de aquel ruso. Vladimir Vasiliev sería suyo.

Acomodó su cabello cuidadosamente mientras esperaba al rubio afuera de la universidad. Ese día llevaba el uniforme de la escuela. Obviamente no tenía tiempo para cambiarse, pero no le importaba, ella sabía que el uniforme lucía bien en su cuerpo. Era hermosa, obviamente todo le quedaba bien.

Cuando vio a Vladimir salir, sonrió ampliamente caminando hacía él y tomarle del brazo mientras mantenía la sonrisa. -¡Me da gusto verte! Esperé mucho por ti -

Vladimir Vasiliev y su rostro dudoso, era tan hermoso como cuando lo veía actuar de forma tan falsa frente a los demás, pero ese hombre era el que le gustaba, nadie podría mantenerla tan interesada cómo lo hacía un compatriota. Deslizó sugerentemente su mano por el hombro del rusa, clavándole sus uñas acrílicas mientras avanzaban. –Tenía tantas ganas de verte – Agregó antes de ser lanzada al callejón, donde cayó sentada inmediatamente por la fuerza de aquel universitario.

Ni siquiera alcanzó a ponerse de pie, porque su cabello fue jalado con fuerza haciéndole mirar al atacante de inmediato y sonrojándose completamente por los insultos y malos tratos que le estaban dando. –Estúpido sordo, te dije que quería verte ... –

Se puso de pie cuando este la dejó sola, corriendo de inmediato tras él mientras acomodaba su cabello con una expresión plana. Ndezhda había decidido que Vladimir sería suyo, y nadie podría cambiar esa idea de su cabeza, lo seguiría hasta que fuera imposible resistirse. –Solo yo conozco tus actitudes narcisistas y toxicas, quien mejor que yo para hacerte comer mi pie hasta que vomites, y te veas tan patético y repugnante frente a mis ojos – Llevó sus brazos tras la espalda, ladeando su cabeza hacia un lado mientras sonreía. –Darling –

Continuó caminando tras él, acercándose cada momento más a su lado para admirar de cerca aquel rostro que había cautivado su corazón. Amaba el contraste de lo que decía y como saludaba a los otros con gentileza, Vladimir Vasiliev era y tenía completamente toda la pasta para ser un líder, y por supuesto no podía haber un líder sin una fuerte mujer como ella a su lado. 

-Eso me encantaría - Murmuró ante la amenaza de estampar su rostro contra el concreto, pero ella esperaba que fuera en un contexto más sexual que solo una agresión física. Sin embargo ella aguantaría cualquiera de las dos con tal de enseñarle al mayor que era la indicada para su enfermiza falsedad. 

Se detuvo casi de inmediato, mirando fijamente al hombre en espera de algunas palabras más dulces para su persona, pero en cambio recibió una sentencia que dio vuelta su mundo. El había mencionado una ¿Novia? ¿UNA NOVIA? ¡IMPOSIBLE! ¿Quién era la z*rra que había osado quitarle a su hombre? Se quedo en shock mirando como el rubio abría su auto y de forma inmediata comenzó a empuñar sus manos, clavándose, como de costumbre, sus propias uñas acrílicas en sus palmas.

¿Quien era? Ella estaba segura que no había nadie posiblemente más bonita que alguien como su persona ¿Por qué una estúpida arpía había puesto sus sucias manos en Vladimir Vasiliev? Encontraría la forma de dar con ella. Era fácil, podía lograrlo. Lo iba a lograr, lo iba a lograr. lo iba a lograr.

Caminó hacía el y detuvo su brazo con una de sus manos.  -¡Terminala! - Exigió. 

Sintió el suave tocar de las manos femeninas, deteniendo su salida del lugar, más su expresión al girarse no era de alegra o gozo, era molestia, por tener a aquella mosca zumbando al rededor. ¿Había una forma de deshacerse de ella? Estaba seguro que no en este lugar publico. Miró a los alrededores, pocas personas. Retiró su brazo de golpe sonriendo ligeramente. –No me toques con tus asquerosas manos – Murmuró, pero contrario a sus palabras, cerró su auto, y jaló a la menor desde la muñeca nuevamente hacía un callejón, internándose por lo profundo de este sin decir una sola palabra.

El camino iniciaba recto, y luego se curvaba hacia la derecha, al final de este solo estaban unos botes de basura, la puerta trasera del edificio residencial. Heces de perro en una esquina y el olor nauseabundo de comida en putrefacción.

Empujó, justo como antes, a la chica al suelo, soltando aquella muñeca, y aprovechando la posición de poder para pisar una de sus manos. –¡TU ESTUPIDA, NO VIENES A DARME ORDENES! – Dibujó en sus labios una sonrisa amplia, mientras abría sus ojos, disfrutando del ligero crujir de los dedos ajenos, sintiendo como las uñas acrílicas saltaban por la fuerza que aplicaba con sus zapatos italianos. –Soy capaz, ahora mismo de romperte esas piernas para que no puedas seguirme ¿Entiendes? –

Levantó su pie de la mano de la chica, caminó para tomar uno de los botes de basura y lo vertió sobre ella, lanzandolo luego hacía un costado. –Eres patética – La observó un momento atentamente.



Finalmente dio media vuelta, y caminó afuera de aquel callejón, directamente hacía su auto, esperaba que aquel escarmiento extendiera un poco su libertad antes de que aquella loca volviera a cazarlo. Pensaría luego en ella, habían cosas más importantes en su cabeza.