This Charming Man [Priv. Moon Sun Hee]

Estúpida Eun-Ha, entrometida y castrosa. Era lo que pensaba mientras escuchaba con sorpresa lo que ella le decía por teléfono, pero ni pudo reaccionar a tiempo porque la llegada del imbécil de Dante lo descolocó casi tanto como la respuesta de esa caprichosa Adore, más cuando Sun Hee entró tras de él.

Frunció el ceño, presionó su teléfono en la mano y luego lo lanzó al suelo con fuerza, solo para después recogerlo y percatarse de la pantalla rota. En el reflejo de esta podía ver su cabello levemente desordenado por el movimiento. Lo ordenó cuidadosamente mientras intentaba dejar ir el enojo, y después caminó hacía la puerta.

Contó hasta 10 afuera de esta en su cabeza, y al abrir procuró entrar notoriamente desanimado a la casa, lanzándole brevemente una mirada fulminante a Dante antes de acercarse a Sun Hee, dejando su celular sobre el mesón. –Claro que era una mala idea, Eun-Ha me detesta y me dijo un montón de cosas... –Apoyó su brazo en el mesón, cargando su cabeza sobre esta misma mano para intentar desahogar el dolor que esa llamada le había provocado. –Me dijo que yo no era tu mensajero Sun Hee, y que hablaría con tu ex esposo para saber que hacer  –Se acercó a la pelirroja en el acto, tomando ambas mejillas con sus manos.  –Yo solo quiero que nos llevemos bien desde ahora, pero solo hay rechazo de su parte ¿Será porque soy de La Casa Rosa?  –Abrazó a la mujer de inmediato.

–Sun Hee, me temo que ella será incapaz de aceptar  que están pasando cosas entre nosotros –Se retiró deslizando sus manos hacía las de ella. Tomó una de estas, y con la otra se cubrió el rostro. –Por favor, quédese esta noche conmigo – Se quebró su voz, lastima que no había alcanzado a picarse los ojos. –Y-yo no quiero estar solo con mi cabeza, diciéndome constantemente que no soy lo suficiente para nadie –

Fue agradable ver la sonrisa del joven aunque fuera por su propia estupidez. Se había hecho maestra por esta razón, pero por algún motivo había perdido el rumbo, ahora con Dante King sentía que lo estaba recuperando.

Lo amenazó en broma con la taza –Hey, ni tanto como 20 años, no estoy tan anciana – y luego de eso volvió a reír, escuchando como comenzaba a hacer el pitido la tetera. Se volteo hacía ella para escuchar su ultima frase, y comenzó a preparar el café sonriendo bobamente. Había resultado bien esta conversación, mejor de lo que pensaba, realmente era una profesora más o menos decente, por eso le sorprendió la pregunta, ¿Acaso aquel chico estaba medio enterado de lo que pasó con Aiden? Bueno, tampoco había que ser un genio. –Y-yo no lo sé ... –Bajó el rostro sonrojándose, cuando el moreno entro notoriamente alterado.

–¿Estás bien? – Dejó la taza preparada de Dante sobre el mesón, y notó como estaba el celular del moreno tras la llamada. –¿Q-que le pasó a tu celular? –Escuchó sorprendida lo que Aiden tenía para contar sobre la llamada con Eun-Ha, aunque lo que el decía parecía bastante extraño. –¿C-con Se Hun? –De verdad su hermana haría algo así, y ¿porque le respondería a alguien de tal manera cuando Aiden solo quería mandar un mensaje?  –Ay no, esto es mi culpa, debí llamarla yo– Correspondió el abrazo sin entender muy bien que estaba pasando, solo se sintió un poco asustada porque al parecer su hermana si estaba enojada.

El abrazo se deshizo y su corazón se hizo chiquito ante la petición de aquel alumno. Sun Hee se dio cuenta que ese príncipe que tenía en frente también era una persona que sufría y tenía inseguridades. Presionó sus labios antes de responder el simple. –Okay – Y se acercó a Aiden para besar sus mejillas. –Me quedaré contigo, luego hablaré con mi hermana sobre todo esto ¿De acuerdo?  –En el fondo, Sun Hee estaba convencida de que todo había sido un mal entendido. Eun-Ha no iba a ser cruel con Aiden porque sí ¿Verdad? Todos estos años que ella se convirtió en un esperpento viviente su dulce hermana menor no había cambiado. ¿VERDAD?

Off: Para que este tema quede cerrado voy a poner que nos fuimos a tirar y a dormir XD (¿???)

Cuando el momento de soledad se instauró en la casa porque el peliazul subió a su habitación, volvió a rodear con más fuerza la cintura de la profesora de literatura, pegando su cuerpo mientras acariciaba sus caderas. –Entonces… ¿Vamos a mi cuarto? – Beso esos labios una vez más ladeando su cabeza hacía un costado, solo para posteriormente tomar su mano, y caminar con ella hacía la habitación en cuestión.

No hay que describir mucho de esa noche, salvo que los besos continuaron dentro de las cuatro paredes y poco a poco se fue deshaciendo de su ropa antes de acostarse en la cama e invitar a su acompañante a subir encima.


Esa noche, bajo la luz tenue que entregaba los focos de afuera, podía observar el cuerpo de Sun Hee y el propio, las caricias dulces, y los besos apasionados que permitía el ambiente. Ignorando los alrededores y solo entregandose a los sentidos. Al finalizar, se acostó a su lado acariciando su cabello en la oscuridad mientras mantenía los ojos cerrados, acabando de  a poco sumido en un sueño, hasta no saber de si mismo, o de ella.

No podía describir lo que estaba pasando en su cabeza en ese preciso momento mientras besaba a Aiden en la cocina. Sus pensamientos iban desde el momento de ahora hasta Sehun, y luego hacía Evan, y todo se volvía una enorme bola de estambre de preocupaciones. Ella sabía que al menos el tema con Evan era el más complicado, porque con Sehun no había esperanza. El evidentemente no la quería, Sun Hee era la única estúpida que se había aferrado a la esperanza de volver.

El dolor que esa idea provocaba en su pecho hizo que inmediatamente rodeara con fuerza el cuello del joven moreno, presionando su cuerpo hacía el incluso cuando fue arrastrada hacía la habitación. No dudó ni un segundo de desvestirse, sentarse encima y dejarse llevar por la noche, porque estaba agotada, y quería olvidar tantos problemas aunque fuera un momento.

¿Qué pensarían los demás alumnos miembros de esta casa al oírla? Eso no importó en ese entonces, y solo las ideas volvieron cuando estuvo acostada al lado de Aiden Taylor, mirando su lindo rostro y sintiendo sus manos acariciar su mejilla. ¿En que se había convertido? Era una desgracia. Apenas el chico se durmió, ella se sentó en la cama rodeada de una serie de sentimientos de autodesprecio. Recogió sus cosas en la oscuridad, se vistió y decidió salir a hurtadillas de la casa rosa. Pero no podía llegar donde su hermana, no podía llegar a ningún sitio, así que decidió ir a dormir a la sala de profesores hasta que su cabeza estuviera lo suficientemente vacía como para tomar una decisión.