This Charming Man [Priv. Moon Sun Hee]

Se puso a reír de inmediato, obviamente el alcohol le había pegado más rápido que al moreno, pero lo atribuía en su totalidad a su juventud más que a otros hechos improbables. Fue recostada en el sofá y tocó sus mejillas, las cuales estaban calientes. –Creo que si bebí demasiado rápido –Murmuró mientras el chico acariciaba gentilmente su cabeza.

Los cumplidos hacía que se sintiera más nerviosa de lo habitual. Aunque Aiden fuera un estudiante era bastante guapo, y lógicamente ser deseada por alguien joven la hacía sentir bonita, después de todo había sido rechazada una vez más por su ex, si tan solo Sehun supiera que tenía a alguien como Aiden Taylor pidiéndole un beso, seguramente herviría en cólera.

Rodeó de inmediato el cuello del chico, riendo distraídamente, y se levantó un poco para besar sus labios , su cabeza era increíblemente más ligera, ni siquiera le importaba que ella fuera un profesora de la universidad. Ahora se estaba divirtiendo. Volvió en el acto a recostarse, apoyando una de sus propias manos sobre su cabeza. –Sé muy bien como romper la tensión y la indecisión de dar o no un beso, Aiden Taylor – Tras esto inmediatamente soltó una risita. –Ahora el resto depende de ti –

Cómo borrar la estúpida sonrisa que tenía en su rostro ahora mismo, estaba increíblemente feliz que todo estuviera resultando como lo había planeado y sin la interrupción de ningún homosexual o idiota encima. Era realmente glorioso.

De un momento a otro fue besado brevemente, quizás intentaban provocarlo. Se sintió ligeramente acalorado por la situación, pero no podía perder todo lo que había diseñado en su cabeza por un momento como este, aunque fuera difícil. –¿Depende? … –Se inclinó nuevamente para besar los labios ajenos mientras se acomodaba en el cuerpo de la maestra.

Su boca se movía de lado a lado intentando abarcar todo lo que podía mientras su corazón latía con fuerza por toda la sangre bombeada. Aun así tenía que mantener la calma o todo se iría por un tubo. –Sun Hee … –Se levantó, apoyando sus manos a cada lado del cuerpo de la profesora. –Usted me está volviendo loco ahora mismo, pero no puedo aprovecharme de una mujer ebria –Deslizó su rostro hacía la mejilla y oreja de la Profesora, lamiendo y jadeando sobre estas mientras presionaba su cuerpo en ella. –Por favor, detengámonos acá, solo descanse un poco –Acarició la cintura de la mujer hasta llegar a sus caderas, volviendo a ubicar su rostro frente a ella. –Duerma un poco…ahora prometí solo cuidar de usted – Besó suavemente sus labios y se puso de pie para buscar una manta y cubrirla.

Con esta actuación barata, la Profesora pensaría que el era un buen hombre, correcto y decente. Y ganaría puntos de confianza. Al cubrir a Sun Hee aprovechó de besar su frente, y luego se fue a hacer cargo de lo que había en sus pantalones. Cuando la mujer despertara, se iniciaría el segundo acto.

Se recostó sobre el sofá con la cabeza más ligera. Ella sabía lo que se sentía estar ebria, pero ahora había algo diferente. Se sentía raramente cansada, aunque eso no evitó que correspondiera el beso, recorriendo la espalda ajena con sus manos. No entendía como esto se había descontrolado a tal punto, en primera instancia solo estaban conversando, ni siquiera imaginó involucrarse con otro alumno y ahora mismo, estaba entregada al tacto cálido de aquel moreno.

Agradeció mentalmente que se detuviera, la causa era tan noble que cuando besaba su oreja sentía cosquilleos incluso en el estomago. Estaba frente a un caballero como en las películas románticas, algo que no se toparía dos veces en una oportunidad. Por segundos recordó a Evan, y se sintió culpable de no tener el coraje de enfrentarlo. –Gracias por ser tan atento, Aiden –entrecerró sus ojos mientras sentía el espacio moverse alrededor, girando infinitamente en lo que escuchaba los pasos del joven alejarse y volver solo para abrigarla.

Sintió apenas el beso en su frente, sus ojos se mantuvieron un buen rato cerrados antes de caer completamente dormida. En sus sueños se mezclaron muchas cosas, ideas del ayer, y situaciones del ahora. A lo lejos podía oír el tono de su teléfono sonar insistentemente. Seguro no era nadie importante.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que se habían ido y todo había transcurrido? ¿media hora? ¿una hora?  Se apoyó en el mueble de la cocina mientras ponía agua a hervir y jugaba con el anillo que en su interior guardaba algo de burundanga. No necesitaba grandes dosis para hacer lo que quisiera. No le gustaban los zombies que obedecían sus palabras, quería personas conscientes, pero que estuvieran cansadas, una persona tranquila era mil veces menos problemática.

Desvió su mirada hacía la sala, donde estaba durmiendo la profesora cuando desde su cartera se oía insistentemente el sonido de su teléfono celular. Llamada tras llamada, con esa horrenda y asquerosa música chillona. Frunció el ceño, ya vuelto loco por la situación. –Hijos de puta … –Caminó de inmediato hacía el lugar mientras la tetera calentaba el agua, y buscó desesperado entre la cartera de la mujer, que a decir verdad tenía un montón de cosas absurdas y basura. –¡¿Por qué apenas esta gente imbécil comienza a llamar por ti?! – Soltó una risa al ver los nombres  de las llamadas. –¿Tiene que pasar un tiempo para que seas importante?  Estúpidos egolatras. – Había una llamada de un número desconocido, sin embargo seguro era Spam así que no le tomó importancia.

El pitido de la tetera comenzó a sonar, dejó la cartera y el celular sobre la mesa y caminó hacía la cocina para apagarla y preparar dos tazas de café, los cuales llevaría a la mesa de centro.

Se inclinó para despertar a Sun Hee, pero probablemente el ruido ya medio había hecho lo suyo. –Profesora Sun Hee … –Murmuró con suavidad, moviéndola un poquito para despertarla. –Profesora Sun Hee, despierte… – Volvió a moverla, hasta que esta abriera los ojos. – Le preparé un poco de café, ¿Cómo se siente? – Acarició su rostro con una de sus manos.

Sintió a lo lejos la voz masculina llamando su nombre, en lo más profundo de sus sueños se encontraba recostada bajó un árbol en las piernas de Sehun, y era el quien la llamaba para abrir los ojos, sin embargo el escenario cambiaba cuando veía la imagen de Aiden Taylor, el presidente de la Casa Rosa.

Escuchó apenas lo que dijo el moreno, reincorporándose lentamente en el sofá con ayuda de sus manos ¿Cuánto había dormido? Le dolía un poco la  cabeza, pero ya no se sentía tan cansada. –¿Cuánto dormí? –Murmuró aun medio dormida mientras tomaba asiento cubriéndose con aquella manta.

Acercó su mano hacía la taza de café, y calentó sus manos con esta en lo que soplaba para enfriar un poco su contenido y beber sorbitos. –Gracias Aiden, estoy un poco avergonzada –Desvió el rostro hacía abajo mientras una gota de sudor caía sobre su mejilla. Nuevamente había hecho un escandalo y arrastrado a un pobre inocente a sus fechorías. Primero había sido Arthur, luego Evan y ahora era Aiden, sin duda necesitaba que alguien le cortara las piernas y la encerrara por siempre. –Pero me siento mucho mejor ... –Sostuvo la taza, mientras se inclinaba un poco sujetándose la cabeza en vergüenza. –Soy una anciana, ¿Cómo es que me embriagué tan rápido? –

Se sentó frente a ella, en la mesa de centro mientras sostenía su taza de café en lo que la maestra se reincorporaba y comenzaba a percatarse del espacio y el tiempo. –No tiene que preocuparse, pasó por mucho estrés y me sentí un poco responsable por ello –Se inclinó un poco para acariciar su rostro con la mano libre. –Pero ya está un poco mejor, si quiere en un rato más podemos llamar a su hermana para decirle que está bien, seguramente Eun-Ha está preocupada. –Alejó su mano volviéndola a poner sobre la mesa de centro mientras bebía su propio café con quietud.

–Ah, es cierto ... –Se volteó un poco tomando el teléfono de la mayor para entregárselo –La estuvieron llamando, intenté responder pero no llegué a tiempo para contestar, lo lamento – Sonrió un poco mientras ladeaba la cabeza. –¿Qué hará? – Sabía que una de las llamadas era del profesor y el otro era de Eun-Ha, la tercera desconocida.

Se puso de pie para caminar hacía la entrada de la Casa. –Iré a fumar afuera ¿Quiere acompañarme? Lleve esa manta para que podamos cubrirnos – Se devolvió de inmediato y se inclinó, tomando el mentón ajeno y besarle breve los labios.

En momentos como estos, donde se sentía tan vulnerable un poco de validación era bien recibida. Sonrió ligeramente cuando Aiden le dio el animo que necesitaba, incluso la caricia de su rostro hizo que brevemente cargara su rostro hacía su mano, para sentirlo más. Este chico era el cielo y estaba cansada de andar en el suelo. –Si, gracias…de verdad quiero hablar con Eun-Ha pero no estoy segura si debería hacerlo –Bebió del café, el calor del trago hacía que su cabeza dejara de sentirse tan pesada.

Abrió  sorprendida los ojos al recibir su celular, y dejó la taza un momento en un costado de la mesa para revisar las llamadas perdidas. Varias eran de Sehun y Eun-Ha, y otra era de alguien extraño. Se sintió un poco perturbada. ¿Estarán molestos con ella? Después de todo había sido bastante irresponsable para huir de esa forma con aquel chico moreno atractivo. ¿Y si Eun-Ha también le gustaba este chico? ¿Y ella se lo había arrebatado? Cubrió su boca un momento mirando su celular, aun no estaba lista para enfrentar a esas dos personas.

–Si! ¡Iré contigo! ¡Un momen.. –Quedó paralizada cuando fue besada nuevamente con ese  encanto. Parpadeó algo descolocada mientras lo veía salir hacía el pórtico. Miró nuevamente le número extraño y lo registró como “Spam” para que si volvieran a llamar, pudiera rechazarlo más fácilmente pero entonces pensó ¿Qué tal si es Evan? Entonces rápidamente revisó su perfil en KakaoTalk u otra red social, y ¡Bingo! Había alguien. Envió un simple mensaje ; “Quien eres??”  y se puso de pie con manta, celular y café hacía afuera para buscar a Aiden.

Al salir, la soledad que envolvia las facultades nuevamente le hacía sentir reconfortado. Era mucho mejor así, sin los gritos de los idiotas que lo rodeaban. Todo en silencio. Su celular hizo un sonido, y lo sacó de inmediato para ver de que se trataba. Era un mensaje de Hye Soo mencionándole que había enviado a los algodones de azúcar a molestar a los de Adore, esto hizo que levantara ambas cejas curioso de lo que podía estar pasando en aquella fiesta en su ausencia. Llamó a Hye Soo.

–¿Qué está pasando? – Fue lo primero que dijo, mientras bajaba las escaleras de la entrada para pararse en la vereda. –Dudo que los de Adore tengan una puta idea de donde estoy, y aunque lo supieran ¿Viste como Sun Hee les gritó? Seguro andarán con cuidado con ella – Soltó una ligera risa antes de continuar. –Esas escorias van a recordar mi nombre por siempre, especialmente la idiota de Eun-Ha –Abrazó su propia cintura mientras golpeaba una que otra piedrita en el suelo. –¿Agradezco tu ayuda, pero realmente confías en cada uno de esos idiotas? Son unos imbéciles, no sabrán hacer nada bien – Notó que Sun Hee salía de la casa, tomando el teléfono con ambas manos. –Tengo que cortar, haz lo que te digo, déjalos a su suerte y disfruta de la fiesta. Adiós –

Caminó hacía Sun Hee –Una llamada desde La Casa Rosa. El vicepresidente – Se sentó en la escalera, señalando con la mano el espacio para que ella lo hiciera. –Creo que estaban un poco alocados  –Rodeó con su mano cercana la espalda de ella y tomó su mentón para volver a besarla en primer lugar solo con sus labios y luego introduciendo su lengua. –Esto es demasiado bueno para ser cierto… – Sonrió acariciando su mejilla, besándole de forma breve antes de volver a tomar su taza de café y mirar la calle vacía. –Todo este silencio me encanta …pero más me encanta que usted esté acá –Giró su rostro un momento para besar su nariz.