幽霊 Yurei [Priv. Tyki Mikk]

—Lo único que quería hacer era alejarse de aquel lugar, ya casi ni importaba que el profesor estuviera perdido en sus pensamientos, sabía que había sido una mala idea venir, y por ende quería irse.
 
Escuchó los tranquilos pasos del mayor golpetear el suelo, lo había conseguido, era bueno que el adulto se despegara un poco y pensara que era lo que debían hacer, sin embargo, lo que no esperaba era oír aquellas vergonzosas palabras de golpe, aquellas que solamente lo hicieron enrojecer de vergüenza.  ¿Caprichoso? ¡¿De dónde había sacado algo así?! —
 
Baka ….
 
—Murmuró, empuñando sus manos mientras seguía el camino hacia quien sabe dónde, ese comentario si le había hecho enojar ¿Qué le importaba? Además ¡No era caprichoso! ¡Claro que no! ¿O sí lo era?
 
Sintió su brazo ser atrapado, y cuando volteó la vista observó aquella diferente mirada en el rostro del profesor. Observó casi de inmediato aquello que tenía en frente, la entrada al frondoso bosque que cubría cada una de esas zonas, pero justo más allá, se alzaba lo que parecía ser el edificio principal del instituto Wertvolle Preise —
 
¿De qué habla?
 
—Curvó sus cejas, ¿Por qué decía eso cuando la salida estaba solo a un tramo (bastante largo) del lugar actual? El profesor Tyki siempre le había parecido el adulto más confiable de ese instituto, pero ahora simplemente no comprendía que pasaba por su cabeza. La incertidumbre se reflejaba en toda su cara —

Si, era difícil creer, el caminó que se extendía por el bosque podría llevarlos a la salida fácilmente, pero, era un camino extenso, y el ambiente aun seguía pesado ¿Era justo arriesgarse de esa manera?
 
El rostro de Okita lo demostraba, no estaba seguro, no confiaba en sus palabras; “¿Por qué comienzas a desconfiar justo ahora?” pensaba, mientras mantenía su mano aferrada al brazo ajeno con fuerza, y más que nada y a la vez todo, era la desesperación, desesperación de no quedar solo a merced de lo que sea que cargaba el ambiente.
 
-Lo sé… sé que es descabellado, pero debes confiar en mi …- Suavizo su voz, pero el rostro mantenía aquella expresión seria – Yo …- Pauso sus palabras, pensó que podía hacer para convencerlo, pero ninguna parecía una buena idea, todas eran increíblemente descabelladas.
 
Aprovechó que sostenía aquella mano, y la apoyó sobre su pecho, permitiendo que, de esta manera, el menor pudiera sentir sus latidos, los cuales estaban acelerados, aunque eran bastante imperceptibles.  –¿Lo puedes sentir? …- Deslizó su otra mano hacía el hombro ajeno, acercándose hacía el menor ¿Su intención? Susurrarle de manera tan baja que incluso ambas respiraciones hicieran más acto de presencia –Mi cuerpo aun está alterado…Mi pecho está consumiéndome en un sentimiento de angustia que no puedo expresar con palabras…No estoy listo aun para volver allí, en pocas palabras… Tengo miedo, Okita- Terminó, y dejó que el ambiente se apoderara de la situación.
 
Se alejó, sonriendo levemente, su sonrisa se ampliaba de forma un tanto siniestra ¿Lo quería así? Claro que no, pero era involuntario, solo ocurría, quizás era producto del ambiente, o quizás solo porque sus fantasmas internos estaban apoderándose, eso no lo sabía, solo estaba allí, aquella sonrisa pegada.
 
-¿Qué harás Okita? …-  Retrocedió, quedándose parado con los brazos extendidos, en total relajación, mientras esperaba aquella respuesta.  Esperaba. 

— ¿Estaba mal querer huir rápido del lugar? Su cabeza divagaba en la idea como nunca había ocurrido, pero, también se negaba a dejar a aquel profesor solo en ese lugar.
 
Abrió sus labios, ¿Confiar en él? ¡Claro que lo hacía! Pero esto sobrepasaba cualquier cosa, es decir, la salida estaba allí, frente a sus ojos, y aunque había una gran posibilidad que algún inspector los atrapara, incluso si era Dahmer san, no importaba, quería salir de allí, quería salir de allí a toda costa, y su brazo se mantenía prisionero de la fuerza de aquel adulto.
 
Su mano acabó justo en el pecho de aquel hombre, y por muy al contrario de muchas personas, este era frio y apenas podía sentir el acelerado latir de su corazón, claro que, la sorpresiva cercanía lo hizo cohibirse, y procuró desviar el rostro ligeramente hacia un costado, o incluso hacía abajo, cualquier lugar era mejor que solo mirar al adulto, eso lo había aprendido a la fuerza.
 
Asintió con la cabeza, y no pudo controlar los escalofríos que recorrieron todo su cuerpo. El profesor tenía miedo, entonces ¿Qué le quedaba a el mismo? El adulto parecía alguien bastante culto en el tema, sentía que con su compañía podía sentirse tranquilo, pero ahora mismo estaba totalmente aterrado, y era exactamente la misma sensación que cuando estaban observando las cartas.
 
Cuando aquel hombre se alejó solo pudo quedar estático, manteniendo el rostro hacía abajo sin que sus labios emitieran ni una sola palabra, y luego, impulsado por sus propios pies, avanzó hacia aquellas desgastadas edificaciones—
 
Comprendo, me quedaré con usted.
 
—Marcó su tono de voz con fuerza, aunque su voz se tambaleaba.  Lo que había pasado antes en aquel lugar había marcado un antes y un después en su vida, y ahora, debía revivirlo.  No era justo —

No era sorpresivo, quizás el menor podía parecer alguien bastante distante, pero solía empatizar de forma muy intensa con todos “¿Qué intentabas ocultar Okita Souji?” pensó, mientras que su cuerpo ligeramente se giraba en dirección a aquel alumno.

-Lo agradezco…-  Sintió que no podía decir más que eso. Caminó nuevamente tras aquel muchacho, realmente ese era su propósito, ¿seguirlo? ¿Cuántos más seguían a este adolescente? Muchas preguntas inundaron su cabeza desgastada mientras sus pisadas se oían melodramáticas en el césped seco que rodeaba las edificaciones.

Eran dos viejas habitaciones, cada una de ellas tenía un enorme tanque a su costado, estos, con una válvula para abrir quizás una especie de mecanismo. ¿Por qué Okita insistía en irse?

-La guerra puede ser catastrófica…pero a veces es un mal necesario- Murmuró suavemente deslizando la yema de su dedo, el cual estaba cubierto de un guante que presumía ser blanco, pero que ya no lo era –Las memorias que deja, son los gritos de los caídos… y hay que saber escuchar -  Sonrió suavemente volviendo el rostro hacía el asiático, y extendiendo su mano hacia él  - Ven… No te alejes demasiado de mí-

Se percató, quizás en su distraída manera de observar, que una de las habitaciones tenía una escalera metálica que guiaba hacia el techo.  Estaba desgastada en toda su magnificencia, oxidada, marrón, delicada, pero podía servir, y esa era la principal virtud de aquella escalera.

Caminó hacía ella, mientras que con el dedo índice invitaba al menor a seguirlo. Apoyó sus manos en ella, solo quería saber si podía resistir, y aunque el chillido decía que no, uno, como ser humano hace lo que se le venga en gana.

-Sube tu primero, al menos si se cae podré atraparte…- Cerró sus ojos, amenizando su sonrisa solo para luego recitar de forma automática, un versículo de la biblia.

—No dudó, o quizás si lo hizo por un periodo breve, pero sabía que el maestro Tyki era alguien confiable, así que sus dudas no estaban justificadas de ninguna manera.
 
Observó el lugar, no quería estar allí, pero se sentía forzado a estarlo, después de todo había decidido acompañar al maestro, y debía cumplir su palabra como fuera posible, sin embargo eso no significaba que estaba cómodo, al contrario, estaba demasiado incomodo, tanto que incluso era incapaz de seguirle la conversación al profesor.
 
Entendía a lo que se refería el profesor, era cierto, solo eran memorias, pero aun así solo pensar por lo que tuvieron que pasar, lo hacía sentir bastante nervioso, fue por esto que apenas escuchó las palabras del maestro pidiendo que no se mantuvieran alejados, obedeció sin ni siquiera chistar, avanzando hacia su lado, e incluso, pegando disimuladamente su hombro al brazo ajeno.
 
Lo siguió, lo siguió incluso cuando noto que iba hacia uno de los cuartos, más bien dicho, cámara de gases, pero seguía pensando con insistencia “No quiero entrar allí, no quiero entrar allí” mientras apretaba sus puños, aunque quizás su cuerpo por si solo denotaba lo tenso que la sola idea de volver a estar a dentro de una de ellas, le provocaba—
 
Una…escalera…
 
—Murmuró al encontrarse con dicho objeto, y al escuchar las indicaciones del profesor, simplemente asintió con la cabeza, acercándose a tal oxidado elemento que sobresalía por fuera de la cámara de gases ¿Por qué? ¿Cuál era el motivo? Esa era la interrogante principal de todo este nuevo contexto al que se estaban enfrentando.
 
Tomo ambos lados de la escalera con sus manos presionándola en ellas, evidentemente no parecía la escalera más segura de la tierra, pero al menos esperaba que sirviera para lo que había sido creada.  Suspiró, observó por encima de su hombro al profesor y luego comenzó a subir lentamente entre los dramáticos chillidos del metal descompuesto. Costó un poco, pero logró llegar al techo del lugar, el cual, dejando de lado el polvo acumulado, se podía observar una pequeña ventanilla que daba hacía el interior de la cámara. Acercarse a observar nunca era una opción—
 
¿Esperaremos a que amanezca?
 
—Observó al profesor nuevamente esperando que el llegara sano y salvo hacia arriba, y rogando que aquella vieja escalera resistiera el peso—

Lo peor había ya pasado, y mientras subía por aquellas escaleras, intentaba comprender lo que había ocurrido antes. Si, algo de la historia de este instituto estaba plagada en sus memorias, habría comentado sobre ella con algunos otros profesores, cada quien tenía sus propias ideas al respecto, e incluso la zona prohibida era el tabú para ellos.
 
El chillido de la escalera era aterrador, pero aun así parecía ser lo suficientemente fuerte para soportarle, y dicho y hecho acabó en el tejado, sacudiendo un poco sus manos, ya a esta altura se había percatado de que el color de sus guantes ya no era blanco.
 
-¿Huh?-  desvió la vista hacia el asiático al oírle claramente, luego sonrió, ya lo había hecho bastante, había algo en Okita souji que le hacía sonreír como un bobo, suponía que era esa inocencia absurdamente estúpida que tenía, o mejor dicho, la ingenuidad ¿Pero qué tan ingenuo podría ser si al echarle una olfateada a su cuerpo podía sentir perfectamente el aroma del sexo? –Supongo que si, creo que cuando sea de día será más fácil ubicarnos entre los arboles….-Se encogió de hombros y cerro sus ojos, dejando caer su cuerpo en un abrazo sobre el chico asiático – Awn Estoy muy cansado de esto, me alegra que Souji esté conmigo…-
 
Se mantuvo así un momento, al abrazarle de esta forma pudo tener un angulo de visión mas o menos similar a la que el menor observaba, entonces pudo fijarse de aquella ventanilla ¿Qué era lo que llamaba la atención de ese sitio?
 
Soltó el abrazo, sacudiendo entre sus dedos el cabello ajeno por breves momentos, era suave, su mano quería seguir allí - ¿Pero qué es esto? -  Se acercó a aquella ventanilla, inclinándose hacia ella, sacudiendo el polvo que estaba sobre ella -¿Para que pondrían esto en un techo? –
 
Fue un breve momento, pero sintió una fuerte presión en el pecho que hizo detener sus acciones, había realmente una razón de porque el menor no quería estar en este sitio y la desconocía, sin embargo, la sensación que ahora lo estaba inundando lo repelía totalmente, una sensación que perfectamente podría salir a la fuerza desde su garganta. Frunció el ceño levemente  y se puso de pie, sonriendo luego apenas se volteaba hacia el menor  - Espero que no te moleste dormir juntos …será una noche larga- 

–Se sintió más aliviado, saber que apenas amaneciera podrían abandonar tal horrendo lugar le provocaba una falsa seguridad.  No esperó, si, que el maestro tuviera aquel gesto cariñoso con su persona. Sintió aquel abrazo, el peso del adulto sobre su propia espalda, pero al mismo tiempo se percató de lo helado que era, y recapitulando, hace un rato también le había llamado la atención eso de sus manos.  –
 
También me siento más cómodo que este el sensei conmigo
 
–Murmuró ligeramente, decir cosas como estas le costaban bastante, y siempre le daba pena, aunque esta se fue al instante en que sus cabellos fueron sacudidos con fuerza, despeinándose bastante.
 
En lo que intentaba ordenar su cabello, pudo observar de reojo como era que el profesor se veía atraído hacia esa pequeña ventanilla. Casi de manera instintiva dio un paso hacia atrás, sentándose en el suelo del techo, y desviando la mirada hacia la copa de los arboles, después de todo, no quería ver, no quería saber que era lo que había allí, solo pensarlo lo ponía totalmente nervioso. Sin embargo, el profesor devolvió la mirada casi de inmediato, quizás tampoco había llamado la atención, y la sensación desagradable solo era de su propia cabeza ¿Quién sabe? A veces la mente te juega malas pasadas. –
 
Sensei, Usted viene de Egipto ¿No es así?
 
–Ladeó la cabeza hacia un costado buscando con desesperación iniciar alguna conversación, ¡cualquiera! Cualquiera que no tuviera que ver con lo que estaba ocurriendo en ese mismo momento–

Quizás el lugar no daba para más, pero varias ideas conjugaban en su cabeza una vez que dejaba de pensar en algo en específico y se concentraba en los alrededores. Si, esto era producto de esa sensibilidad especial que tenía ¿Don o desgracia? No sabría cómo clasificarlo exactamente, pero incluso ahora podría darse cuenta que no importaba cuan involucrado estuviera en las ciencias oscuras, siempre habría un camino no recorrido que helaría la sangre.
 
Observó a Okita, el yacía acurrucado en una esquina sin intenciones de involucrarse con nada más que lo rodeaba, ¿No era lindo? Era igual que un pequeño ratón a punto de ser engullido por una serpiente, tan inocente, y tan ingenuo.
 
Se sentó a su lado y apenas hizo esto escuchó aquella pregunta.  Egipto, como olvidar las tierras egipcias, su hogar, tan lleno de maravillas y tan ajeno al entendimiento de muchos.  –Así es, vengo de la hermosa ciudad del Cairo, eso queda muy cerca de Guizeh, el lugar donde está esa famosa esfinge sin nariz –Sonrió levemente alzando una de sus cejas ¿Realmente quería el menor hablar sobre esto? ¿o simplemente estaba buscando con desesperación desviar su atención?
 
Acercó sus brazos hacía el y los rodeo con cuidado, y aunque realmente hacía frió, en su caso este acto era inútil porque estaba helado, siempre lo estaba. –Japón es un país que llama demasiado mi atención, un país bastante interesante… Su mitología, su cultura, su arte, me declaro oficialmente un enamorado de las tierras niponas –
 
Hizo una pausa, una pausa bastante extensa a decir verdad y luego continuó cambiando abruptamente el tópico de aquella conversación –Cuando me pediste que te acompañara era porque me ibas a confiar un secreto, entiendo que no quieres hablar de eso ahora, pero espero que seas capaz de hacerlo pronto, ya que tengo muchas dudas –Cerró los ojos y apoyó su cabeza contra la ajena murmurando suavemente –Estamos juntos en esto… Okita Souji – Y tras decir estas palabras deshizo el abrazo esperando no haber sido muy molesto de repente. 

–Prestó especial atención en aquella conversación, Egipto era un lugar que si le llamaba, y jamás habría imaginado conocer a un hombre que conociera en carne propia las bondades de aquel desértico país, por ende, cada una de las palabras que el adulto emitía eran realmente escuchadas y procesadas.
 
Se sorprendió por el abrazo, ¿Era necesario? Pero de alguna forma no se sintió tenso o nervioso como cuando ocurría con otros adultos ¿Por qué?  Seguramente tenía mayor confianza en este hombre que en todo momento se había comportado de forma correcta ¿Cómo podría ponerse a la defensiva con alguien como él? –
 
No sabía que el profesor tenía esa principal atracción por mis tierras
 
–¿Porqué lo sería?  De alguna forma imaginó que era por las costumbres, las leyendas y las horribles experiencias paranormales del cual el país se había hecho eco alrededor de todo el mundo, después de todo “No hay nada como el horror japonés”
 
El cuerpo del profesor era frio, no podía sentir el calor emanando de él, y eso le llamó bastante la atención nuevamente, de alguna manera se preocupaba que fuera una enfermedad rara o algo asi, aunque también tenía en cuenta que quizás la experiencia pasada había logrado bajar la presión del adulto.
 
Lo siguiente que ocurrió nuevamente lo dejó algo perplejo, frunció el ceño un poco por la incertidumbre, pero luego al oir lo que el maestro decía no supo como exactamente reaccionar, ya que su voz se deslizaba suavemente por su conducto auditivo. ¿Qué estaba haciendo? –
 
Yo…
 
–Musitó, ahora lo estaba sintiendo, ahora mismo se estaba sintiendo nervioso, pero aparentemente el hombre lo había notado porque se alejó manteniendo una distancia comprensiva ¿Siempre sería así de perceptivo? Las intrigas que envolvían al profesor de teología aumentaban con el paso del tiempo. –

Entrecerró sus ojos aun manteniendo aquella sonrisa que a lo largo de la noche se había plasmado por completo en su rostro. No podía evitar observar atentamente aquellos hermosos ojos verdes que trasladaban el temor que sentía el asiático justo frente a su persona como si fueran dos proyectores de emociones.
 
Okita era bastante silencioso, si tuviera que mencionar algún defecto, sin duda era aquel, su silencio era realmente incómodo,  y le llamaba constantemente a querer que era lo que pasaba por aquella frágil mente, cualquier persona podía volverse completamente loco de solo imaginarlo.
 
Observó su reloj de muñeca, eran las 4 Am, quizás dentro de poco podrían observar los primeros rayos del sol ¿No era un panorama algo romántico? La sola idea le causaba bastante gracia.
 
–¿No estás cansado? –  Dejó que su murmullo acaparara el espacio en el silencio que el muchacho había dejado  –Lo más sensato que podríamos hacer es dormir, creo que aca arriba estaremos bastante seguros… – Observó fijamente a Okita esperando su respuesta, tenía la idea de que no sería positiva, pero, con intentarlo no perdería nada ¿No es así?
 
–Ya para mañana estarás muy agotado, ven, descansemos un poco… – Continuó, mientras iba acomodando su cuerpo en el incómodo lugar  –Puedes apoyar tu cabeza en mi brazo –Agregó, haciendo un hueco entre su brazo y su abdomen, seguramente mantenerse cerca haría que la temperatura corporal del menor se mantuviera estable, ¿La suya? Eso no importaba, hace mucho tiempo que no sentía el frio golpear sus huesos frágiles, probablemente porque casi era un muerto en vida.
 
Observó la inmensidad del cielo, apenas se podían observar una que otra estrella, las nubes cubrían la gran parte de ellas, ¿Y la luna? La luna apenas brillaba en la inmensidad de la noche, se sentía como si estuvieran solos, sin ni siquiera la luz de los astros … Solos. 

–Todo su ser gritaba que era mala idea dormir en esta situación, el lugar era horrendo, incómodo y encima tenía bastante miedo, pero había algo en el profesor Tyki que lo hacía sentirse confiado ¿Quizás que era?  Dejando de lado el “Visual Kei” del maestro, era alguien maduro, cosa que muchas personas de este instituto no lo eran. –
 
¿No es raro? … Digo, do-dormir así…
 
–Dudó bastante e intentó mantener en orden sus emociones, sentía tanto a la vez que no sabía cuál era la dominante en este momento, pero luego de pensarlo un poco terminó aceptando por el hecho de que el frio era tan palpable que podía sentir como comenzaban a doler sus huesos.
 
Se acostó al lado del profesor, pero evitó usar aquel brazo como almohada, realmente no quería generar una atmosfera extraña, sabía que el adulto lo hacía de buena intención (¿) pero él ya se había vuelto una persona rara, y sus sentidos podrían malinterpretar todo, debía evitar las situaciones de esa magnitud como sea, para mantener aunque fuera un poco la dignidad (¿??)–
 
Dentro de estas cámaras, con una compañera descubrimos algunos cadáveres hace algún tiempo atrás…


–Hizo una pausa, no estaba preparado para revelarle esto a alguien más, ni siquiera sabía si Natalya lo había hablado con otras personas. Se giró hacia otro lado, ocupando su propio brazo como almohada porque el techo de aquella cámara era demasiado duro. –
 
Y-yo no estoy seguro que hacían allí, pero… probablemente tiene mucha relación con las cartas que el sensei sacó…
 
–No sabía si era correcto seguir, por lo que se cayó por un momento y luego entrecerró los ojos, quizás estaba más cansado de lo que imaginaba, y claro, decir aquello que había tenido atrapado en el pecho durante un tiempo ya lo estaba haciendo sentir más tranquilo –
 

Lamento haberlo arrastrado a este sitio, quizás no debí hacerlo.

Las palabras sinceras del muchacho se percibieron con facilidad. Sus ojos afilados observaron fijamente el cuerpo ajeno mientras las palabras venían de aquellos labios, y cuando este finalizo con aquella disculpa, no evitó sonreír ligeramente, acercar su cuerpo hacía él y besar finalmente su mejilla de forma dulce.
 
−No te preocupes, realmente lo estoy disfrutando… − Agregó y volvió a mirar el cielo. En la ciudad era diferente, las luces opacaban a las estrellas, pero allí, en medio de los frondosos territorios del instituto, las estrellas se veían más y más brillantes que de costumbre.
 
Utilizó su brazo también como almohada, pero mantuvo su mirada hacía Okita.  − ¿Quieres que te cuente algo? Cuando vivía en Egipto nunca me había sentido tan cómodo con alguien, por primera vez siento que puedo hablar de lo que me apasiona con alguien…− Hizo una pausa, y luego continuo −La mayoría de la gente crea rumores debido a mi apariencia oscura, pero si supieran que en muchos no se equivocan, supongo que huirían más de mí, no soy de los que le dan una buena impresión a las personas… −
 
Guardo el silencio nuevamente, cerrando lentamente sus ojos y finalmente cayó dormido encima del tejado de aquella cámara de gases, sintiendo la calma por primera vez en mucho tiempo ¿Sería producto de Okita Souji? Quería creer que sí. 

Parpadeo extrañado por las últimas palabras, incluso giro su cuerpo para observar al profesor, volteándose para estar cara a cara con aquella persona. Ya estaba dormitando ¿podía alguien dormir tan pronto? Su mirada se clavo en él color de piel del profesor, y luego suspiró profundamente “Si supiera que usted es el único que me inspira confianza pese a su apariencia de vampiro” pensó, y lentamente fue cerrando los ojos. No percibía el calor ajeno, pero al menos se sentía un poco más tranquilo al respecto de todo lo que había sucedido. Deseaba que la noche acabara pronto.  
 
Los primeros rayos del sol lo despertaron, los sintió golpear su rostro, por ende pestaño un par de veces antes de despertar por completo. Se levantó, sentándose y observó el frondoso bosque  y el claro cielo azul que estaba alzado por encima de ellos.
 
Giró su rostro hacía el profesor, este, aun dormido, parecía casi muerto, como si su cuerpo hubiera encontrado el descanso hace mucho, pero ninguna  evidencia de esto se veía en su piel. —Tyki Sensei …— Extendió una de sus manos y movió un poco el cuerpo del adulto , intentando despertarlo para ponerse en marcha —Ya amaneció … — Agregó.

Observó nuevamente sus alrededores. Todo lucía diferente de día, como si lo ocurrido la noche anterior fuera solo producto de su imaginación, seguramente cualquiera creería que estaban locos si contaban lo vivido solo hace unas horas. 

Encontrar el descanso plácido  en un sitio tan desolado, estaba completamente convencido que era por la presencia de aquel jovencito. Su mente había dormido como no lo hacía hace mucho tiempo, y aunque las instrucciones que tenía eran claras, no entendía el porque disfrutaba perder el tiempo con aquel muchacho en lugar de cumplirlas.
 
Abrió los ojos lentamente al sentir el pequeño empujón en su cuerpo, se levanto lentamente al ver el cuerpo del menor frente al brillante cielo azul ¿acaso no parecía un gato admirando los alrededores? Sonrió con la sola idea de comparación. —Oh, todo es muy brillante — Alzó una de sus manos por encima de su ojos, y luego se acercó hacía Okita, revolviendo un poco sus cabellos mientras pegaba su mejilla amistosamente a la de él —¡Buenos días! —  tras esto simplemente se puso de pie estirando cada uno de sus músculos mientras bostezaba.
 
—No había dormido así de bien en años… ¿Será por el susto o porque estabas tú? — Sonrió cerrando los ojos, y luego se acercó a la escalera para bajar del tejado de aquel lugar, hasta tocar el suave césped que protegía el piso de los contenedores.
 
—Es extraño que el gobierno alemán, tras la guerra no haya revisado este sitio, un lugar no debería estar tan cargado, y esto es principalmente por la cantidad de almas que no han encontrado la paz — llevó ambas manos a sus bolsillos, admirando desde el suelo, el paisaje que los envolvía. Hermosos y verdes arboles a punto de tocar el cielo azul, el terreno era grande y frondoso ¿Wertvolle Preise sabría de esto? Imaginaba que si, por algo era la zona prohibida y no un area de libre acceso.
 
Observó a Okita una última vez, sonriendo con nostalgia, ahora volverían a compartir como profesor y alumno, por alguna razón este momento de cercanía se le hacía muy preciado. —A pesar de todo, me divertí contigo … — Susurró , y observó a lo lejos el tejado del instituto, apenas se veía —Supongo que te veré en clases, Okita Souji — Agregó —¿Nos vamos? —