Gnev protiv vas -Privado Iván-

por Invitado Dom Feb 28, 2016 8:07 am

Lo había escuchado de sus propios labios: "Mi amor por Okita quema con la intensidad de mil Soles". No podía creerlo. ¿Qué había hecho mal? ¿En qué momento se había equivocado? Creía que sabía lo que era necesario y que el otro estaría todo el tiempo, el resto de su vida, con él. Era su tutor. Había planteado los puntos relevantes ante su relación.

No comprendía qué quería el otro. ¡¿Cómo podía amar a alguien que apenas conocía?! Él era Alexandría. Para nadie más que para él era Alexandría. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Era la impotencia brotando de su cuerpo.

Había citado a su pequeña y preciosa persona. Era como ver a un cachorro morder la mano de su dueño. ¿Y si no asistía? Al final, se había ido, lo había dejado ahí, con Okita, besándose y jugando, y él sólo se comportó como una persona cualquiera. Corrompido. Estaba sucio. Su más preciada posesión había traicionado todo por lo que había trabajado.

Lo entendía, en realidad lo entendía. Su podrido corazón no podía alimentar aquella humanidad que había generado en el otro. Era su culpa, era un idiota. ¿Cómo había fallado? Sollozó, dejando un par de lágrimas derramarse y ensuciar su rostro, evidenciando su tan lastimera situación.

por Invitado Dom Feb 28, 2016 8:22 am

[ltr]Tras muchas horas de pensamientos crueles, había terminado por aceptar lo que había hecho. El alma le pesaba hasta los pies, incluso el hecho de parpadear comenzaba a doler para él. Sus pasos mecánicos le dirigían a donde el otro estaba; era incapaz ahora de mantener la mirada por segundos. ¿Cómo se suponía que respondería a aquéllo?[/ltr]

[ltr]Aceptando su cruel destino, se enfrentó a él, observándole casi con pena. Tenía aquélla vida en sus manos y repiqueteaba contra su jaula para salir de ella, no podía permitirlo. Le quería demasiado para dejar que alguien le lastimara.[/ltr]

Qué irónico por que la vida terminó pagándoselo.

-Alexandría... -comenzó, musitando apenas audible mientras los sollozos lastimeros le craquelaban el alma, dolía como si las lágrimas le perforaran la carne y fuera él quien estuviera siendo herido y no el contrario. Había olvidado por un segundo, por un instante, lo frágiles que eran las vidas humanas, como un acorde de música silenciosa.

por Invitado Dom Feb 28, 2016 8:40 am

Negó con la cabeza. No era posible que tras el repicar de sus pensamientos, lo primero que escucharía sería tan doloroso. Por tanto tiempo ansiaba ver su nombre pronunciado en aquellos labios y ahora, el imaginar siquiera como lo articulaba dolía. Apretó el puño y elevó la mirada al cielo. No quería girar, sabría que sería como clavar mil dagas en su pecho.

Se volvió lentamente, necesitaba verlo, pero no quería hacerlo. Su cuerpo tembló y un punzante dolor se clavó justo a la altura de la boca del estómago. ¿Quién era él? ¿Por qué en sus ojos había lástima? ¿Era posible tanta frialdad? ¿Por qué, a pesar de todo, encantaba sentir el peso de sus ojos sobre él? Claro. Podía ser la última vez que se viera reflejado en ellos. No era verdad, no podía serlo. Hacía algún tiempo que ya no veía a Iván, al verdadero, al suyo, no frente a ese ser inquisitivo con el que, frente a frente, se sentía tan pequeño e insignificante.

-No lo digas. -habló con voz ronca. -No soy Alexandria, no eres Iván. -No trató de ocultar su dolor, pero no quería demostrar que aquello, sólo era una ínfima parte de lo que podía sentir. -Ya no existimos, somos otros. Somos crueles.

El viento agitó su cabello mientras, en su interior, todo temblaba. Una torcida sonrisa le dedicó y se pasmó. No podía hablar, dolía, su garganta dolía, su pecho se quebraba como las palabras que intentaba decifrar en su mente. Tenía miedo, no podía reconocer nada. El lugar se volvió turbio, así como las imágenes. El ruido a su alrededor se fundió en una cacofonía que parecía infinita. ¿Era él real? ¿Su demonio era real?

por Invitado Miér Mar 02, 2016 4:04 am

Era una película que en su mente se repetía. Estaba negando su nombre, estaba negando la humanidad que tanto trabajo le había costado forjar. Era su momento cada vez que experimentaba una crisis de ese tipo. Sentía las manos tiritarle de rabia contenida, no podía creer lo que estaba escuchando; se negaba a creerlo como una realidad.

-No me niegues, no me dejes... No nos abandones. -jamás había rogado; como militar se había jactado de tener una voluntad como el acero, y como pecador reformado, había conocido tan poco de la vida que le era imposible rogar por algo. Pero incluso de esa manera, allí viendo a Sassha llorar en silencio, y verse a sí mismo, sin estar allí, incluso así él no podía ignorar más todo lo que estaba pasando.

¿En qué monstruo iba a convertirse de hacerlo?

-Alexandría... -y con la misma voluntad inquebrantable se acercó a él, primero lento como si fuese un animal al acecho, esperando que él no le despreciara, porque no lo soportaría. Iván carecía de todo en la vida, pero no podía ya estar sin ese pequeño rayo de esperanza que le había devuelto la fe de poco en poco, sin juzgarle y que no le pedía nada a cambio más que lo que era justo. Incluso si creía que aferrarse de esa manera a él era egoísta, lo haría hasta el final-. Somos nosotros... seguimos aquí. Lo que... escuchaste...

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