The Loyal Pink Family [Colectivo.]

Se mantuvo en la cocina escuchando atentamente a ambos invitados y claro que oyendo a Aiden. El sujeto de nombre Benedict no parecía el más sociable del mundo, de alguna forma le parecía curioso, hasta ahora, Benedict era la única persona con esas características en personalidad en la Casa Rosa. Todos los demás compartían mismas cualidades, una cabeza vacía, un bonito rostro y probablemente ETS.

Cuando la tetera comenzó a sonar fue cuando bajó Leathan medio dormido, ocupando el espacio en la cocina con él. Mientras servía el agua en algunas tazas, Hye soo no evitó pensar que esta situación, ambos metidos en la cocina, específicamente Leathan invadiendo el lugar que él ocupaba en ese momento era una horrenda analogía a lo que sucedía entre ellos y el presidente. Ridículo y realmente molesto. —Buenos días…—Sonrió ante el saludo, pero no fue correspondido.

Intentó no tomárselo personal, pero seguramente si lo había hecho ya. Desde el momento que pisó la cocina. Puso todas las tazas sobre una bandeja y luego caminó hacía los presentes, escuchando el comentario que seguramente haría enojar a Aiden. —Oh, Aiden es totalmente diferente al idiota de Vladimir Vasiliev —Cerró los ojos sonriendo mientras servía las tazas de té a los presentes, en lo que el profesor se presentaba. Se sentó al lado del presidente, entregándole la taza personalmente a él. —Acá tienes, babe —Y luego observó como el maestro se retiraba.

—Benedict, ahora que estás solo debo hacerte entrega de nuestras muy inestables REGLAS de conducta, además participarás activamente en el salón de la fama de la Casa Rosa, que ahora que recuerdo debo realizar. —Hizo una pausa recordando aquello. —Pasaron muchas cosas entre medio y lo olvide. —Señaló con la mano a Leathan quien comía su cereal despreocupadamente. —Ya que el se ofreció, Leathan te ayudará a adaptarte acá, cualquier duda puedes dirigirte a él o a mi. —

Dibujó una ligera sonrisa, las ordenes de Martin siempre eran directas y claras, pero más divertido era observar a los demás ante sus comentarios. Algunas palabras precisas podían sacar información importante a través del lenguaje corporal, y el moreno era un libro perfectamente abierto. Claro que su comentario había molestado, pero no imaginaba cuanto, ¿Qué era eso que percibía en la comisura de los labios ajenos? Un gesto notorio de desagrado por su comentario, específicamente por involucrar una comparación entre él y Vladimir Vasiliev. ¿Una rivalidad? ¿Por qué? Era realmente interesante. En paralelo un sujeto de poco cerebro se paseaba en la cocina, la única persona con algo de masa encefálica lanzaba una mirada similar, eso lo volvía más interesante. ¿Qué ocurría ahí?

Claro que mientras analizaba todo eso su rostro se encontraba imperturbado y en silencio, agradecía el silencio incomodo, ayudaba a pensar. Entonces ¿Qué teníamos? Rivalidades entre dos casas muy diferentes, una que goza de altos estándares morales versus otra que tiene dudosa reputación, al punto que hasta asustó a Martin. No era por una mujer, eso estaba claro, había algo más. ¿Poder? Esa es una de las grandes motivaciones humanas, pero esa busqueda de poder era porque había algo que demostrar, así que ¿Una familia disfuncional?. Entonces… ¿Cereal? —Sorry, what? —Se desconcentró mirando al pelirrojo sentado y ofreciendo de su bowl. Simplemente miró, pero no hizo mayor comentario al respecto, pero ese relajo y poco respeto por la autoridad respondía a solo el hijo de una familia de grandes recursos. ¿Estaba cansado de recibir órdenes? Se vino a meter a un lugar donde su presidente era un dictador. Todos eran peones para que él alcanzara el poder. Pero luego un vuelco asombroso en este drama. ¿”Babe”? y la reacción siguiente. Levantó una ceja. ¿Eran pareja? Si lo eran no llevaban mucho tiempo, el moreno se erizaba como un gato, pero el gesto de afecto como un perro respondía a algo más, algo mucho más interesante. —¡Navidad! —Exclamó mirando a su costado pero no viendo a nadie a su lado. —¿Y Martin? ¿Dónde está Martin? —Miró a todos lados no encontrando al pequeño maestro, ¿acaso no había oído todas sus brillantes deducciones? Entonces recibió una serie de reglas, mirándolas detenidamente, pero denotando su desagrado por ellas.

Dejó las hojas sobre la mesa, y escuchó la otra orden ¿La azotea? Podría ser una buena opción, pero porque le iban a poner al pelirrojo descuidado con él cuando…—Ah! Las pantuflas —Susurró señalando al pelirrojo. No era un simple niño rico, era un informático, con una relación extraña con el presidente, ¿pero siendo rico y buscando la libertad de su acaudalada familia y órdenes y reglas, porque seguía acá? —¿Gatos o perros? —Miró al pelirrojo. Luego al moreno y finalmente al pelimenta, que wow, el era, el era quien manejaba todos los hilos, incluso al que decía ser el presidente. Era un genio, que triangulo más complejo de personajes. Mirar esos rostros y que en cada una hubieran las palabras claves para describirlos.

Vicepresidente: Genio, controlador, manipulador, bastante elocuente, el encanto era su forma de mover a todos a sus pintas. Presidente: Hijo de familia disfuncional con problemas desde la infancia, constante busqueda de resaltar y posicionarse como el mejor por heridas pasadas y por último Pelirrojo en pijamas: Idiota informático que desaprovecha habilidades por un interés inesperado, familia rica pero controladora. —¿Donde está Martin? ¡Esto es muy emocionante! —