Morado como galaxia (Colectivo)

Le sorprendió bastante la impulsiva llegada de su hermana menor, quedó sorprendido sosteniendo una taza de café tratando de procesar lo que ocurría frente a él. ¿Estaba asustada? Ladeó la cabeza hacia un lado —¿¿Larissa?? — Rápidamente la menor reveló la razón de su visita. Se rió con despreocupación, dejando la taza de café sobre la mesa. —Ay Larissa, no es para tanto, solo está morado —Miró entonces su reflejo en la pantalla de su laptop —Aunque si es una lastima considerando que soy realmente bien parecido —Se encogió de hombros levantando sus manos con un gesto de "No lo sé" —El hombre de anoche se puso demasiado violento, no veo porque todos son tan complicados — Miró con nostalgia su taza de café, apuesto que se veía muy bonito. —Es mi culpa por gustarme los feos —

Entonces su hermana sin decir mucho, más que "Doctores", tomó su brazo y comenzó a arrastrarlo. —¡E-espera! ¿Doctores? Es decir, la mayoría son viejos aburridos, no estoy interesado en ellos — Pero intentar que Larissa dejara ir una idea era casi imposible, la joven era impresionantemente determinada.

Finalmente la travesía les llevó directamente a la oficina de un médico. Suspiró casi desganado por ceder a este capricho. Desvío la mirada mientras entraban al lugar. ¿Como explicaría su moretón? Y sus otras marcas sexuales...

Iba regresando de su clase, llevaba su maletín cruzado por alrededor de su cuerpo con una correa larga, mientras sostenía en sus manos un grupo de papeles, y en la otra un café de maquina. Estaba batallando para sacar las llaves de sus bolsillos, mientras ponía las hojas bajo su brazo y sostenía el café con su mano menos funcional cuando la puerta se abrió por dentro, y dos personas eran sacadas por un poco comunicativo alumno de contextura delgada y alta.

—¡Benedict! —Abrió los ojos con sorpresa. —Disculpen…—Se abrió pasó entre los dos invitados para llegar al Inglés. —for god’s sake! ¿Qué haces acá? ¿Cómo entraste? —Se giró hacía ambas personas. —Perdón, soy el Doctor Martin Mariot —Volvió a voltearse hacía el infiltrado, mientras ponía las cosas en el escritorio de forma desprolija y apresurada. —¿Qué diablos? ¿Quiénes son estás personas? —retornó hacía ellos —Lo que no significa que deban irse, por favor tomen asiento…¡OH! —Cubrió parcialmente su boca, hasta ahora se había percatado del moretón del mayor de ellos.

—Tu, por favor, siéntate en la camilla—Se giró hacía su escritorio, limpiándose las manos con algo de gel desinfectante antes de acercarse. —¿Cuál es tu nombre? —

Apenas entraron al lugar observo la estética y alta figura de un varón, lo primero que pensó fue en “Guapo”, si tenía que dejarse revisar por ese doctor, lo haría sin duda, pero la emoción duró tan poco hasta que miró a su hermana y parecía tener los mismos pensamientos. Llevó ambas manos a su pecho y cerró los ojos, dejando caer una lagrimita. Estaba bien, podía cederle este amor a su hermana, él se sacrificaría por ella.

Sin embargo el apático medico solo se atrevió a decir dos palabras. “Hielo” y “Adios” antes de comenzar a empujarlos por la puerta. ¿Qué estaba haciendo? Tampoco es que estuviera tan ocupado, solo estaba sentado allí con una taza de café. Claro que eso le había molestado, y se expresó en toda su cara. Arrogante y hermoso hombre de voz grave, ¡EN PRIMER LUGAR EN NI SIQUIERA QUERÍA VENIR! Entonces se abrió, al abrirse la puerta se encontró con un atareado hombre rubio, que tenía la misma cara de confusión que el mismo tenía junto con su hermana.

Una llamada de atención, aunque la cortesía de disculparse con ellos. El hombre bajito parecía controlar al alto y pelinegro, y ante la sorpresa de él y su hermana se presentó a si mismo como el verdadero doctor. —GASP! —¿Entonces quién era el impostor? Bueno, Benedict, lo había dicho hace unos segundos atrás. Claro que el verdadero médico era tan severo con el pelinegro, que cuando les mandó a sentarse, se le erizó la espalda, y comenzó a hacerle caso, entonces la atención se fue hacia él. —¡Si señor! —Se puso se pie recto, y caminó hacía la camilla, sentándose en ella.

—S-soy Thommas Alba, s-soy profesor de la facultad de periodismo…—¿Por qué estaba tan nervioso? Era su lado masoquista que le gustaba que lo mandonearan. Bajó el rostro sonriendo de forma boba y sonrojándose un poquito mientras chocaba sus dedos. Ok su hermana se quedaba con el falso doctor y él con este.

Intentó como pudo ignorar el ruidoso aleteo de aquella mosca londinense de apellido Fields. Claro que, la molestia que le causaba era completamente expresable en su rostro. Entendía porque de un momento a otro había perdido las llaves de su oficina y había que tenido que acudir a la copia que tenía la universidad. ¡Vergonzoso!.

—Thommas, voy a tocar la zona de tu ojo ¿Está bien? — Se acercó al peliblanco y observó detenidamente la zona en cuestión, examinando la coloración, y si había compromiso ocular. —¿Has sentido algún dolor de cabeza o pérdida parcial de la visión? —De pronto, la voz del menor de los Fields comenzó a sonar estrepitosamente alta, casi haciendo alardes de sus habilidades de observación clínica. Se giró brevemente mientras levantaba su dedo índice. —Benedict…basta. — Pero su advertencia más que servir, empeoró la situación.

Llevó una de sus manos a su frente, ocultando su rostro en esta, mientras oía la desvergonzada develación de la vida sexual de quien en ese momento era su paciente. Claro que era una situación vergonzosa incluso para él. —Es suficiente…— Levantó la mano izquiera con la palma abierta, era claramente una señal de parar. Caminó hacia la puerta ignorando el comentario sobre su café y el hecho que nuevamente se lo había bebido. —Fuera. Ahora…— Señaló el pasillo, manteniendo la expresión en su rostro, y no cambió hasta que el alto alumno de medicina se retiró.

—L-lo siento, Benedict es algo…Inestable. — Suspiró profundamente. —Te recomendaré algo para el dolor, sin embargo te encargo que vengas si se presenta algún síntoma más. El ojo es una zona muy delicada, un golpe puede dañar el nervio óptico fácilmente o el oculomotor. —Avanzó hacia el escritorio para sentarse y sacar un recetario. — Ah! Puedes acercarte…— Bajó el rostro para comenzar a escribir en el papel. — Te daría una crema tópica pero la piel es delicada allí también, podría causarte irritación, lamentablemente tendrás que seguir el consejo. Hielo —Sonrió ligeramente.

Se intentó comportar como buen paciente, asintió con la cabeza cuando el médico le pidió su autorización para ser tocado. Nunca antes le habían pedido su consentimiento para algo así, así que evidentemente divagó un poco sobre las posibilidades de esas palabras. ¿Quizás este hombre bajito era su pasaje a un romance de Disney? Concentró su mirada en el médico, y negó con la cabeza. —Hasta ahora no, solo me duele al tocar —Entonces volvió a salir la voz grave del alto pelinegro, claro que esta vez fue mucho más conversador que antes.

Parpadeó confundido por la serie de información que daba sin saber nada, aun así el Doctor Mariot intentó frenar esa situación, sin éxito, porque parecía que había apretado el “botón” de hablar de ese tal Benedict, haciéndolo soltar más cosas, unas que lo dejaban a él en una mala posición, quedando como un degenerado. Abrió sus labios sorprendido y avergonzado mientras su cara se volvía roja. ¿Acaso el lugar no se había vuelto un poco más caluroso?

Pero casi como un caballero en blanca armadura, el médico nuevamente lo salvó, sacando afuera al desubicado Benedict. A esta altura definitivamente lo estaba viendo rodeado de brillitos y rosas, incluso al disculparse era galan. —N-no se disculpe por algo así, Dr. Mariot, ese hombre tenía razón —Cubrió su boca con ambas manos ya casi siendo la protagonista delicada y hermosa de un Shoujo, mientras el médico comenzaba a hablar sus cosas de médico, solo entendió la señal de “Puedes acercarte” y se levantó de la camilla como un perro, hacia el asiento.  —Está bien, seguiré sus instrucciones al pie de la letra —Entendía que ya estaba llegando a su fin, así que intentó estirar el tema como pudo. —¿P-puede enseñarme como debería hacerlo? El tema del hielo —Acomodó su cabello largo tras la oreja mientras miraba al Doctor, para luego jugar con este delicadamente.

—¿El hombre de antes es su ….—Aprovechó de salir de dudas. ¿Era un becario? ¿Un hermano?  —... familiar? —

Levantó brevemente la mirada hacía el paciente, aceptando quizás con la misma vergüenza que las afirmaciones de Benedict eran ciertas. Volvió la vista hacía el papel suspirando. —Eso no significa que pueda decir o hacer lo que quiera, por algo existe el secreto paciente-médico. —Le entregó el papel al peliplateado, sonriendo con cortesía, aunque una duda surgió antes de retirarse. Intentó prestarle atención ignorando los alaridos que es oían desde afuera desde que había sacado al menor de los Fields. —Oh claro —

Al ponerse de pie caminó hacia una pequeña nevera que tenía. Normalmente guardaba una que otra bebida o yogurt pero también compresas frias para los futbolistas que asistían de urgencia. —Es importante que aprenda sobre los cuidados paleativos, intentaré dejar agendado su caso para un estudiante en la clínica docente. —Envolvió el hielo en una toalla pequeña y luego se acercó al profesor apoyando una de sus manos en el hombro ajeno.  —Disculpe…— De esta manera presionó suavemente la compresa sobre el rostro ajeno. —Inmediatamente luego del golpe es bueno para reducir tanto la coloración. —Le llamó la atención que de pronto el maestro quisiera hablar sobre Ben, por lo que atendió la pregunta, encogiéndose de hombros antes de que el peliblanco terminara. —No es mi novio — Pero luego notó que no iba hacía ese lugar. —¡Oh! Quiero decir... tampoco es mi familiar, Ben es un estudiante, pero además es hermano de un amigo de la escuela, larga historia. —

Solo al decir esto, un mensaje golpeó su pantalla. Las siglas B.F en la vista prevía lo decían todo. —¿Por qué siempre tienes que firmarlo? ¡Ya sé que eres tu! ¡Te tengo agendado, for god’s sake! —Se quejó en voz alta, respondiendo un simple “ Stop”.  —Lo siento, se pone nervioso afuera— Caminó hacía su asiento, acomodándose en la silla para relajarse. —Aunque no estaría mal dejarlo un momento más allí —Cerró sus ojos, y luego reparó abriéndolos. —¿O usted tiene algo más que hacer, Profesor Alba? ¿Alba…es latino? —

Cerró los ojos sonriendo levemente, sintió la mano sobre su hombro. Era más pequeña que la de él, el perfume masculino que expedía también era agradable. Se sintió un poco mal por jugar sució. —Ah! M-me dolió un poco —Se quejó, afirmándose desde la cintura del profesor, delgada, pero musculosa, oh realmente quería verlo sin ropa, pero su exploración duró poquito, tenía que mantenerse más elegante en este aspecto profesional.

Le sorprendió la facilidad con la que tomó ese tipo de relación, aunque la descartara en el acto. ¿Acaso era una señal de que él igual estaba interesado en los hombres? Dicen que los homosexuales tienen un radar gay, esto comprobaba dichas teorías. —Entiendo, si se va bastante joven, debí imaginar que era un estudiante, aunque tiene un buen ojo clínico. —Parecía que la arrogancia del alumno tenía cansado al maestro, y ante la vibración del celular del rubio, fue incapaz de no mirar la pantalla del celular. “Benedict Fields” decía el nombre, pero estaba firmado con un llamativo “Bf” ¿Boyfriend? ¿Quizás el descarte inmediato del médico era para que no se enteraran de un amorío profesor-alumno? La idea le rompía el corazón. “Se pone nervioso afuera” ¿Por qué? Pensó, pero no dijo nada.

—Si, somos de España, mi hermana y yo, ella llegó hace poco así que apenas esta adaptándose, yo en cambio llevo un tiempo en Alemania —Se rió —Pasa algo curioso en el español con nuestros nombres, se marcan en el final. Tomás, Martín, es la gracia del elegante idioma. —Cruzó una pierna por sobre la otra, sintiéndose más cómodo al respecto. —Es agradable hablar con otro maestro —Se distrajo porque vibró nuevamente el celular. —Vaya que se pone nervioso…¿BF es por Benedict Fields?—La pregunta escaló por su garganta y salió sin filtro.