Caramell Café [Libre]

El día estaba acabando y con ello la afluencia de personas en la cafetería a la que solía ir después de la escuela, lo cual era normal debido al día pese a que el tiempo era idóneo para relajarse con un buen café en mano. Caramel había recibido menos clientela de lo normal, por eso es que durante el día solo bastaron dos personas en el frente y una en la cocina. Ya no hacía falta pedir más nada, tenía suficiente café en su taza como para lo que quedaba de la tarde, aunque ya estaba helado y sabía mal. Pese a lo frío del exterior, dentro se sentía cálido, pero no en demasía.

El español portaba solamente una camisa blanca y con un buen nudo la corbata satinada, negra, pese a odiar las corbatas. Esta se encontraba con un pasador plateado que la mantenía firme hacia la camisa, de esa manera al inclinarse al responder dudas de los alumnos la corbata no estorbaria ni se ensuciaría. El resto de su ropa era negro y se notaba el cuidado, salvo quizás por el color del lápiz que Dante portaba no en el bolsillo de la camisa, sino que lo llevaba por sobre la oreja como si se tratase de cualquier otra cosa. El lápiz, de un tono cyan muy llamativo, no solo distaba de la gama de colores vistos en el sitio, sino que en su extremo tenía una pequeña figura de un zorro. No era un regalo, no lo había encontrado por ahí, él lo había comprado solo por capricho. Y es con ese lápiz tan peculiar que planeó anotar la calificación de algunos alumnos en una pequeña libreta.

— Bienvenido a Wertvolle Preise— Murmuró tras dibujar con cuidado la nota insuficiente cerca del nombre de un alumno. Sabía que no podía mirar con descaro a los clientes porque no era apropiado y muchos podrían sentirse intimidados, pero quería compartir su chiste sarcástico malo.

Miro hacia un mesero y con un gesto tímido le hizo una seña, el joven se acercó y en su básico alemán intentó decir que quería un Frappe, estaba algo tímida, pero parecieron entenderle, el mesero se fue y mientras esperaba su frappe puso sus manos sobre la mesa y volvió a observar al hombre que escribía cosas en papeles, parecía divertirse de algun chiste privado.*

Claro que podía estar todo el tiempo burlándose el mismo de su propio chiste absurdo, pero notó que a su lado se sentó una chica más joven, seguramente una adolescente. Sonrió levemente al verla intentar pedir algún brebaje extraño en un idioma no convencional, parecía una mezcla de alemán con asiático pero sonaba divertido como los estereotipos asiáticos.

Esperó que el mesero se fuera y pensó en hablarle a la muchacha —No eres de acá ¿Llegaste hace poco? — Comentó mirando aun las hojas que tenía antes de decir alguna otra cosa. Pensó que sería interesante conocerla pero luego se sintió increíblemente nervioso, a pesar de que no tenía intenciones extrañas, si era raro que un adulto como él estuviera hablándole a una jovencita.  “Seguro parezco un viejo verde” Pensó, mientras una gota de sudor caía sobre su mejilla al momento de darse cuenta de la situación.

Definitivamente pensó que no sería respondido, porque en general las chicas no le respondían a los extraños que las interceptaban en las cafeterías. Claro que en un mundo tan rápido donde los adolescentes vivían pegados a sus teléfonos, la interacción de un adulto era extraña y confusa, en su debido tiempo era la única forma de iniciar una conversación con alguien.  Fue por eso que le sorprendió escuchar la voz de la joven en un pésimo alemán que claramente le hizo sonreír un poco burlesco y claramente también enternecido.

—Oh entiendo, supongo — Acarició su propio cuello volviendo a mirar hacía la ventana. La cafetería lucía igual de vacía que antes, aunque se habían sumado un par de personas más a las mesas de más allá. —Soy de España, si se te da más comodo, podemos hablar en …—  Parpadeó al escuchar lo último, aunque claramente podía ser una palabra mal pronunciada de la joven.

—¿Dijiste Wertvolle? — Apoyó una de sus manos sobre la mesa, cargando su cabeza sobre esta para observar a la adolescente mientras se señalaba el mismo. —Yo trabajo allí, soy profesor — Le sorprendía porque no la había visto, pero el igual había sido trasladado hace poco.

Estaba realmente sorprendido con lo que estaba sucediendo frente a sus ojos. Los japoneses eran personas curiosas realmente, y eso le divertía, pero esta chica era diferente a todos los japoneses que había conocido en Wertvolle Preise, parecía ser de un linaje japones más extraño y en consecuencia, mucho más divertido.

Obvio tenía miedo de morir, pero la seguridad de la adolescente evitaba que pensara en eso por momentos, porque tenía una energía tan fresca que él que ya estaba viejo anhelaba absorber para no estar quejándose sin parar de sus dolores de espalda.

—Hahahaha  Eso sin duda me hará sentir mucho más tranquilo, realmente quiero vivir muchos años más, y aunque soy un hombre mayor tengo muchos sueños e ilusiones — Dijo aquello con tono de broma, pero realmente era cierto.

Luego otra situación extraña sucedió frente a sus ojos, la chica hablaba de la forma más linda por teléfono pero parecía que no estaba diciendo nada lindo, podía ver incluso una sombra de maldad surgir desde su espalda.  Curioso.  Sintió un poco de lastima por el sujeto que estaba hacía el otro lado de la linea.  Volvió la conversación hacía él y la pregunta lo tomó tan por sorpresa que solo dijo lo primero que pensó.  — ¿Eh? 3000 dolares ... — Miró a la chica con una sonrisa relajada, y luego se soltó a reír — Es broma, no lo sé, no cobro mucho por hora ... —

-No importa si yo me veo más joven (que lo dudo) y tu eres bastante madura -  Mantuvo la sonrisa. -Un niño sigue siendo un niño hahaha -  Estaba completamente listo para ser puteado con agresividad.