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Una nueva jaula (Privado)
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Una nueva jaula (Privado)
El instituto al que lo había enviado su queridísimo padre, no era un internado como tal y no contaba con estrictos dormitorios vigilados, pero sí había un complejo de diminutos apartamentos no muy lejos del campus que ahora sería su nuevo hogar. Le había sorprendido en primera instancia la relajada vigilancia del lugar y la independencia que le estaban otorgando. ¿Sería que su padre culpaba a su hijastro del incidente? Lo dudaba; toda su vida le había repetido hasta el cansancio que era un mariquita papanatas, pero no era a él a quién había enviado a una pre-militar. ¿Quién sabe? El viejo había quedado mal después de la guerra.
Stefán encontró finalmente algo de lo que quejarse al encontrarse con que su padre había pagado tres años de alquiler del departamento más pequeño y austero en el último piso. "Viejo tacaño", pensó mientras la anciana administradora del edificio le entregaba un juego de llaves del lugar y le explicaba el funcionamiento general del lugar. No la escuchaba realmente, pues estaba ocupado rechinando los dientes al tratar de descifrar qué clase de tortura le estaba imponiendo su padre al enviarlo tan lejos de su madre y de su amado.
La viejita repetía su nombre con voz temblorosa lo más fuerte que podía desde la puerta y él tardó un poco en reaccionar.
-Perdone usted. Eh... no me quedan dudas, no se preocupe. -Contrario a lo que pudiera pensar su padre, era educado con la gente mayor. -Yo puedo encontrar el departamento por mi cuenta, ¿de acuerdo? Quédese aquí y si tengo algún problema, regreso enseguida.
Tuvo que insistir un poco más, pero al final, logró que la anciana se quedara dentro de su hogar y él solo arrastró su pequeña maleta con ruedas por el pasillo de viejos mosaicos hasta la puerta del elevador de aspecto destartalado. Seguro aquello era una trampa mortal, pero no le quedó otra opción más que quitarse el rubio cabello del rostro con un movimiento de la cabeza antes de presionar el botón la pared para pedir el ascensor y esperarlo con pesarosa resignación.
Stefán encontró finalmente algo de lo que quejarse al encontrarse con que su padre había pagado tres años de alquiler del departamento más pequeño y austero en el último piso. "Viejo tacaño", pensó mientras la anciana administradora del edificio le entregaba un juego de llaves del lugar y le explicaba el funcionamiento general del lugar. No la escuchaba realmente, pues estaba ocupado rechinando los dientes al tratar de descifrar qué clase de tortura le estaba imponiendo su padre al enviarlo tan lejos de su madre y de su amado.
La viejita repetía su nombre con voz temblorosa lo más fuerte que podía desde la puerta y él tardó un poco en reaccionar.
-Perdone usted. Eh... no me quedan dudas, no se preocupe. -Contrario a lo que pudiera pensar su padre, era educado con la gente mayor. -Yo puedo encontrar el departamento por mi cuenta, ¿de acuerdo? Quédese aquí y si tengo algún problema, regreso enseguida.
Tuvo que insistir un poco más, pero al final, logró que la anciana se quedara dentro de su hogar y él solo arrastró su pequeña maleta con ruedas por el pasillo de viejos mosaicos hasta la puerta del elevador de aspecto destartalado. Seguro aquello era una trampa mortal, pero no le quedó otra opción más que quitarse el rubio cabello del rostro con un movimiento de la cabeza antes de presionar el botón la pared para pedir el ascensor y esperarlo con pesarosa resignación.
Invitado- Invitado
Re: Una nueva jaula (Privado)
Tras haber huido de casa y haberse trasladado a Alemania para concluir sus estudios y tener un poco de apoyo, había rentado un pequeño espacio en el complejo departamental junto al instituto. Si bien él no tenía demasiados ingresos, se había hecho de algún dinero mientras trataba de convencer a sus hermanas de huir con él. Al final, el dinero que emplearía para los tres, sólo servía para él. Fue suficiente como para pagar algunos meses de renta en el último piso y darle tiempo a conseguir un trabajo decente. Le hubiera gustado escoger el departamento más grande, ése con un encantador balcón y varias habitaciones, pero tratando de ser un poco más ahorrativo, se quedó con uno de tamaño promedio: ni muy grande, ni muy chico.
Tenía una habitación con baño, amplia, por supuesto, una estancia bastante cómoda, cocina, baño, cuarto de lavado y un diminuto balconcillo en la alcoba, además de un baño extra en la estancia. Todo estaba amueblado con el pésimo gusto de la anciana que rentaba el lugar y aunque era terrible, no era nada que no pudiera superar o mejorar. Siempre podía comprar muebles o hacerlos él mismo. Buscará algunos tutoriales.
Se trataba de un edificio viejo, con aquellas peculiaridades anticuadas que lo hacían ver un poco más refinado. Realmente, el ascensor era una de sus partes favoritas de aquel lugar, por lo que siempre lo tomaba, incluso si le gustaba ejercitarse(???). Ese día no era la excepción. Recién volvía de hacer las compras del centro comercial. Traía consigo un par de audífonos internos, no solía salir sin escuchar música que inspirara su día, y aunque no escuchaba nada a su alrededor, trataba de ser gentil y saludar a todos a su paso, incluso si sólo les hacia una leve reverencia con la cabeza.
Así, pues, llegó a su casa, tarareando aquella cancioncilla pegajosa que había escuchado en algún lugar público y que, gracias a la tecnología, había podido buscar su nombre gracias a una aplicación. ¿Qué podía decir? Era adicto a los aparatos. Caminó por el lobby hasta donde la puerta del elevador se hallaba. Un chico rubio se hallaba parado ahí, y aunque conocía a todos sus vecinos, él no le era familiar. -¡Hola! -Saludó sin mirarlo o sin retirar la música de sus oídos. -¿Eres nuevo acá? - Dejó caer uno de sus audífonos sólo esperando que el otro respondiera. Realmente no ponía mucha atención al menor, sólo era aquella costumbre de hablar con la gente. A veces se metía en muchos problemas por ello.
Tenía una habitación con baño, amplia, por supuesto, una estancia bastante cómoda, cocina, baño, cuarto de lavado y un diminuto balconcillo en la alcoba, además de un baño extra en la estancia. Todo estaba amueblado con el pésimo gusto de la anciana que rentaba el lugar y aunque era terrible, no era nada que no pudiera superar o mejorar. Siempre podía comprar muebles o hacerlos él mismo. Buscará algunos tutoriales.
Se trataba de un edificio viejo, con aquellas peculiaridades anticuadas que lo hacían ver un poco más refinado. Realmente, el ascensor era una de sus partes favoritas de aquel lugar, por lo que siempre lo tomaba, incluso si le gustaba ejercitarse(???). Ese día no era la excepción. Recién volvía de hacer las compras del centro comercial. Traía consigo un par de audífonos internos, no solía salir sin escuchar música que inspirara su día, y aunque no escuchaba nada a su alrededor, trataba de ser gentil y saludar a todos a su paso, incluso si sólo les hacia una leve reverencia con la cabeza.
Así, pues, llegó a su casa, tarareando aquella cancioncilla pegajosa que había escuchado en algún lugar público y que, gracias a la tecnología, había podido buscar su nombre gracias a una aplicación. ¿Qué podía decir? Era adicto a los aparatos. Caminó por el lobby hasta donde la puerta del elevador se hallaba. Un chico rubio se hallaba parado ahí, y aunque conocía a todos sus vecinos, él no le era familiar. -¡Hola! -Saludó sin mirarlo o sin retirar la música de sus oídos. -¿Eres nuevo acá? - Dejó caer uno de sus audífonos sólo esperando que el otro respondiera. Realmente no ponía mucha atención al menor, sólo era aquella costumbre de hablar con la gente. A veces se metía en muchos problemas por ello.
Invitado- Invitado
Re: Una nueva jaula (Privado)
Stefán llevaba algo de tiempo esperando que la manecilla antigua sobre las puertas del elevador se decidiera a moverse un poco más rápido y comenzó a presionar el botón de la pared repetidamente como si eso fuera a servir de algo. Sencillamente, la paciencia no se encontraba dentro de la corta lista de sus virtudes; así que, absorto en su desesperación, la voz a sus espaldas lo tomó completamente por sorpresa, provocando que emitiera un jadeo sobresaltado que mutó a un tartamudeo estúpido al darse cuenta de que provenía de un tipo realmente apuesto.
-Y-yo... ah... -carraspeó regresando la vista hacia la manecilla que por fin recorría el último cuarto del semicírculo que representaba los pisos del edificio y su voz recuperó un tono indiferente. -Sí, acabo de llegar. De hecho, ni siquiera conozco el departamento todavía. -señaló haciendo girar el pequeño juego de llaves en su dedo índice con una sonrisa un poco más cool mientras miraba de reojo al alto desconocido entre los mechones de cabello en su rostro. Cool, se dijo a si mismo al apartarlos con lo que pretendía ser gracia y soltura.
-Me llamo Stefán, ¿tienes mucho viviendo aquí? -el rubio usó el asidero extendido de su maleta de viaje para apoyar un antebrazo y el peso de su lánguido cuerpo, como un felino sobre una rama en la sabana, mientras observaba con más detalle a su potencial vecino. ¿Sería modelo? ¡Oh, Stefán! ¿Por qué eres así? Sólo dijo "Hola" y su corazón ya latía exaltado por las imágenes tan cursis y sucias que corrían en su cabeza. Toda su furia e incomodidad se habían ido a volar un rato para dar cabida a sus fantasías, pero el joven se esforzaba por mantener una apariencia tranquila. No actúes como un subnormal.
-Y-yo... ah... -carraspeó regresando la vista hacia la manecilla que por fin recorría el último cuarto del semicírculo que representaba los pisos del edificio y su voz recuperó un tono indiferente. -Sí, acabo de llegar. De hecho, ni siquiera conozco el departamento todavía. -señaló haciendo girar el pequeño juego de llaves en su dedo índice con una sonrisa un poco más cool mientras miraba de reojo al alto desconocido entre los mechones de cabello en su rostro. Cool, se dijo a si mismo al apartarlos con lo que pretendía ser gracia y soltura.
-Me llamo Stefán, ¿tienes mucho viviendo aquí? -el rubio usó el asidero extendido de su maleta de viaje para apoyar un antebrazo y el peso de su lánguido cuerpo, como un felino sobre una rama en la sabana, mientras observaba con más detalle a su potencial vecino. ¿Sería modelo? ¡Oh, Stefán! ¿Por qué eres así? Sólo dijo "Hola" y su corazón ya latía exaltado por las imágenes tan cursis y sucias que corrían en su cabeza. Toda su furia e incomodidad se habían ido a volar un rato para dar cabida a sus fantasías, pero el joven se esforzaba por mantener una apariencia tranquila. No actúes como un subnormal.
Invitado- Invitado
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