La pequeña princesa del cabello azul [Priv. Lareine]

El sol, brillante e intenso sobre el azul cielo de aquel día de primavera era mucho más brillante de este lado del continente. Había pasado días y días en Francia, en los que contemplar la belleza de un sol opacado por focos, era solo un nostálgico hábito que había mal adquirido.

No solamente el sol era así de llamativo, el aire que envolvía y danzaba siempre coordinado hacía una dirección, los arboles que seguían esta pieza de música y por supuesto, las flores...Las hermosas flores que decoraban el paraje, todo era demasiado perfecto, como si estuviera siendo pintando por el más bohemio de los artistas al oleo, todo era de un realismo mágico y dudoso.

No había pasado mucho en la escuela, y no era de esperarse que lo hiciera, solo era un inspector más, pero, solo de vez en cuando, le gustaba observar los jardines que decoraban un área especifica de este instituto, y allí, allí simplemente pensaba muchas cosas; Su pasado, su futuro, y su ahora.

Era difícil pasar desapercibido ante los alumnos, no era precisamente una persona que no llamara la atención, y no era específicamente por su aspecto físico, en Alemania habían muchas personas rubias, si no más bien era por su intención melancólica de embellecer romanticamente incluso lo que era imposible hacerlo.

Tomo una de las flores que estaban allí, cuidadas con tanta dedicación, tanto recelo. La cortó y acercándola a su rostro, observó fijamente sus colores, palpó su aroma y luego, al soltarla, permitió que el vals del viento, la llevara consigo, armónicamente.

-Pero que matiz más delicado.

La hermosa flor de color amarillo voló un poco delicadamente sobre el viento, la mirada cielo del rubio quien había sido el responsable, la siguió en su trayecto, y asi fue como su mirada choco con la de una pequeña niña, la cual con gracia intentaba alcanzar dicha danzarina voladora.

Sus labios entregaron una sonrisa,una más calida que de costumbre, no podía disimular el sentimiento que le provocaba dicha pequeña niña, sin embargo, grande fue su sorpresa cuando la vio caer al suelo, sin lastimarse, pero aun asi una caída que no era buena presenciar.

Caminó hacia la ya, yaciente, niña, inclinandose ante su fisionomía y ladeando un poco la cabeza hacia un costado, manteniendo aquella cálida sonrisa que perpetuaba en sus labios. 

-¿Estás bien?...- Murmuró.

Su preocupación era evidente, y antes de que la chica le respondiera le extendio su mano para ayudarle a ponerse de pie, y luego de una ligera reverencia, caminaría hacia donde estaban las flores, aquellas amarillas, aquellas que se mecían con el viento.  Cortó una de ellas, y retiró con delicadeza las hojas, y asi, cuando se volvió a acercar a la chica que era evidentemente menor que el, se atrevió a poner su cabello tras la oreja y acomodar aquella flor amarilla como un adorno primaveral. 

- El amarillo resalta más acá que en el cielo...¿Curioso no?...-

Era bastante común que una persona como él llamara bastante la atención,y es más, el mismo atribuía esto al hecho de que con anterioridad había sido una estrella famosa de la música, pero jamas se le cruzaba por la mente que era más bien por su físico y su forma de ser. Gustav jamas habia considerado su apariencia como algo llamativo.

La flor amarilla que ahora estaba sobre aquellos cabellos azulados brillaba aun más que cuando estaba sobre el verde pasto de los jardines, los colores brillantes solo resaltaban más cuando otro color brillante lo acompañaba, y pensaba que así mismo debía ser con las personas. Le causo gracia la actitud de la pequeña, era una especie de mini princesita y sabía que debía tratar a las princesitas como si el fuera el principe mas perfecto de la tierra.

- Mi nombre es Gustav Lois Sadé, pero puedes llamarme Gustav si asi lo prefieres...realmente es un gusto poder compartir mi día con usted, señorita Foucalt ...¿o podría referirme a usted por su nombre? 

Hizo una leve reverencia correspondiendo el acto sincero de la chiquilla,y en ningun momento, la sonrisa amable desapareció de sus labios, principalmente porque la ternura de aquella pequeña niña le hacian imposible regalarle alguna otra expresión, ella simplemente provocaba que quisiera sonreir y sonreir más.  

- Da la coincidencia que yo igual soy nuevo, asi que me alegra conocer a alguien más....

Agregó a sus palabras, volviendo a observar con completo cuidado los jardines y las maravillas que este le entregaba.

Se sentía honrado de recibir tras cada palabra aquella inocencia en un gesto tan simple como era la sonrisa infantil, y si bien, ella quizás no era una niña, más bien una adolescente, era imposible verla como eso, quizás porque ya estaba bastante viejo y la diferencia de edad era demasiada.

-  Lareine...un curioso nombre-   Era un nombre Francés, ya que sabía que eso significaba "La reina", pero no quería ni mencionarlo, había dejado atrás Francía y su fama por una razón, y no quería volver a pensar en aquellas tierras, al menos no por ahora.  Fue casi un hermoso castigo de los cielos que justo en ese momento la pequeña chica preguntara aquello, sonrió un poco diferente, mofandose de si mismo, y luego de un suspiro, se atrevió a hablar.

- Si, efectivamente, soy Frances...  ¿Cómo lo has sabido? - 

Tenía algo de curiosidad, realmente sabía que la única forma de que ella lo supiera era porque seguramente lo había visto en alguna revista o programa de televisión, aunque hace años había dejado atrás su vida de espectaculos, de vez en vez algunos programas colgaban algunos videos.  -  Me has dejado sorprendido... haha-

Al principio no supo como realmente una persona de su edad debía reaccionar a aquella, más bien parecida, excusa sobre el origen de como le había descubierto, posiblemente la emoción que más lo embargaba era el alivio, y a pesar de que no le importaba si era descubierto como el artista que fue en un pasado, tampoco quería que se enteraran y poder pasar desapercibido como un simple inspector.

-  ¿Eso lo dices porque corre el rumor de que los franceses somos hediondos? -  Sonrió, y luego alzó un poco su brazo para simular que olfateaba su cuerpo, evidentemente todo era una pequeña broma con aquella linda, pequeña y adorable señorita que lo acompañaba aquella tarde en los jardines traseros del instituto.  -  Creí que mi La nuit de L'homme de Yves saint lauren era bastante fuerte para ocultar mi hedor (?)-  frunció un poco el ceño, mirando hacia los hermosos cielos azulados como si intentara pensar en la situación más a fondo, pero luego de unos cortos minutos comenzó a reir cubriendose la boca con una de sus manos y luego palmeandole la cabeza a aquella niña.

-  Es broma  hahahaha-

Prestó atención a la siguiente pregunta, y antes de responderle simplemente tomo asiento en una de las bancas cruzando una pierna por sobre la otra, mientras que su vista azulada iba directamente hacia las flores, como una polilla sintiendose fuertemente atraída hacia la luz. - Es un lugar hermoso, me llena de calma pero al mismo tiempo me siento algo nostalgico...Supongo que podría ser empatía hacia los demas, ¿quien sabe?, sin embargo ver esas flores me recuerdan que siempre puede florecer una hermosa vida ....-  Su vista fue hacia la niña manteniendo aquella lánguida sonrisa -   ..Aun cuando tu pasado esté inundado de muerte ...-

La infantil broma había cesado y las risas tambien, el tema, por otra parte parecía ser que iba extenderse. La guerra. Una palabra que significaba tanto para estos jovenes, incluso para el mismo, sabía que cada historia podía ser más tragica que la anterior, y aunque como surgió de aquel horrible hoyo era más que gana una superación personal y una fortuna, para otras personas seguramente la guerra solo era un recordatorio constante de lo inestable que puedes ser frente a personas desquiciadas pero increiblemente inteligentes.

Lareine era una chica que había tenido suerte, una buena familia la había criado como su propia hija luego de la horrible catastrofe, imaginaba que casi la mayoría de los niños nació cuando ya la guerra estaba finalizando por ende la muerte prematura de padres, hermanos y familiares era una realidad con alto porcentaje.  -  Eso es bueno, aunque haya un solo brote en el aspero suelo, quiere decir que la tierra es fertil y puede florecer todo aun más...- 

Quizás habia tocado un tema algo sombrío, no le venía muy bien al rostro bonito de la dulce chica que lo estaba acompañando. - ¿Has ido a clases, Lareine? - miró su reloj de muñeca, más nunca dejó de sonreir. - No me gustaría llevarte a detención ...eres la primera persona que conozco -

Quedo volando bajo, su flor, ¿cual era su flor?, solo se le venía la imagen de una sola persona, alguien que ahora lamentablemente se estaba marchitando, y que sin duda no quería verla marchitar. Acomodo un poco su cabello rubio, suspiró mientras cerraba sus ojos, se encogio de hombros, e incluso pudo notar como su garganta se secaba, y luego, luego dijo su nombre.

- Marie Sadé  ... mi madre.-   murmuró y luego dibujo una dramatica sonrisa sobre sus labios, su madre había caído muy enferma, le preocupaba su salud mas que la de cualquier otra persona, pero entendía que quizás ya era el momento en el cual tenía que dejarla partir, aunque su egoista deseo pedía con toda su alma que aun siguiera acá con el, en este mundo.

- Mi madre está enferma, pronto mi flor marchitara, tendré que evocar mi esfuerzo en el cuidado de una nueva, pero ahora, incluso aunque se que no le queda mucho tiempo, estoy haciendo el máximo de esfuerzo para que siga, aunque no pueda florecer, junto a mi ...-  Suspiró nuevamente y luego, inclinando su anatomía a la altura de aquella encantadora señorita sonrió con gentileza -  ¿Y la suya señorita Lareine? ...¿Cual es su flor?..-