Careless [Priv. Isaac]

Aquella era la primera vez en la semana en la que Robert se levantaba a las siete de la mañana para llegar a tiempo a la primera asignatura del día. Su nuevo compañero en el crimen y él habían pasado gran parte el fin de semana consiguiendo petardos en la ciudad (lo cual no había sido fácil para Robert por su arresto domiciliario parcial que sólo le permitía ir de su departamento miserable a la escuela y de regreso), todo para una gran broma que estaba planeando. No obstante, el golpe de esa mañana, era sólo una prueba para el gran golpe maestro que seguían perfeccionando sus malévolas mentecillas de adolescente.

De esta manera, el joven inglés llegó antes que nadie al aula que su horario indicaba, quejándose entre murmullos de que el sol ni siquiera había terminado de salir mientras se apresuraba a pegar un sólo petardo debajo de cada silla que se encontraban en la fila más cercana a la puerta, exceptuando los últimos dos pupitres, reservados para él y para Sassha. En resumen, él estaba colocando los explosivos y Sassha se encargaría de encender cada mecha discretamente al llegar más tarde; era un verdadero reto de destreza para el ruso, pero para eso eran los experimentos ¿no?

Terminando la delicada tarea, Robert se echó la mochila al hombro y salió a dar una vuelta por los pasillos para hacerse algo de tiempo antes de regresar al aula, donde los más ñoños y madrugadores ya acaparaban los lugares del frente; éstos le servirían coartada. El pelirrojo bostezó de verdad ahora que la emoción se iba apagando mientras andaba a sus asientos reservados, puso su mochila en la silla para Sassha y se dejó caer en la propia con pereza. Ya solo quedaba esperar a que la clase diera inicio y su amigo ejecutara la segunda parte del plan.

Sin embargo, el resto de los alumnos llegó, salió el sol, el maestro llegó a impartir la clase y pasó cerca de media hora sin que Sassha trajera su culo a la clase. Robert se removía algo molesto en su asiento sin poner atención a la lección, mirando constantemente la hora en su teléfono celular cuando llegó un mensaje de texto de su compinche.

"No ire a clse hoy. Srry bo"  


Robert respiró profundo conteniendo las ganas de lanzar el aparato a la nuca de la chica de coletas que tenía enfrente y se enfurruñó en su asiento cruzándose de brazos. ¿Para eso se había levantado temprano? De haberlo sabido, él tampoco hubiera asistido y tendría varias horas de sueño más. Además, ¿dónde coño se encontraba ese rufián si se podía saber? ¿Qué era más importante que una broma planeada cuidadosamente? El pelirrojo respiró profundo, se acomodó los lentes y miró al frente tratando de no hacer más berrinche... ¿de qué iba la clase?

Isaac corría frenético por las calles aún obscuras de la ciudad. El joven logró llegar al instituto y bastante fue su sorpresa cuando comparó la hora de su reloj con la de la torre del edificio. Sus ojos se crisparon incrédulos “¡Mi reloj está adelantado una hora!”, pensó mientras bufaba ya resignado. En fin, quizá lo mejor sería ir preparando la clase, aquel día iba a reemplazar al profesor de física, por lo que tenía preparadas varias cosas divertidas para la clase.

El profesor suplente avanzaba por el pasillo, mas se detuvo en seco antes de entrar. “¿Pero qué?”.  Adentro del salón se encontraba uno de los alumnos pegando algo debajo de los asientos. Isaac afiló la mirada y se ocultó para que el mequetrefe siguiera haciendo lo suyo. Al salir la sabandija, memorizó su rostro y rápidamente se escabulló al salón de clases, una vez ahí se agachó para ver que había bajo los asientos.

“¡Ajá!” Pensó alegre, esto no podía ser mejor. El profesor sacó todos los petardos de las bancas y las guardó junto con el resto de su material didáctico de aquel día, sólo sería necesario un pequeño cambio.  Isaac entonces se retiró a tomar un café mientras esperaba a que diese la hora.

El profesor suplente esperó justo el momento en que sonara el timbre para entrar dramáticamente al salón. Todos seguían hablando mientras avanzaba firme y dejaba sus cosas en el escritorio, al parecer estos irrespetuosos pensaban que se trataba de otro estudiante, por lo que algo molesto impostó la voz y habló en toco claro y fuerte.  —Buenos días, su profesor de física está indispuesto, por lo que hoy daré la clase— vociferó con autoridad, todos guardaron silencio algo sorprendidos.

—Hoy vamos a ver los tipos de circuitos eléctricos, traía preparado un material con bombillas pero he encontrado por ahí algo mejor y que quizá les parezca más interesante— dijo con una sonrisa macabra, casi riendo, observando a ver que cara ponía el mequetrefe mientras vaciaba los petardos de su maletín sobre la mesa— Usaremos esto—. “Ja, pero que listo soy” pensó para sí.